Hago de todo para excitarlo a él, cuando lo logro, yo no llego al orgasmo ¿Qué me pasa?

Esto es una consulta que se responde sola al momento de formularla: “Hago de todo por el placer de la otra persona… pero no conecto con el mío”.

Muchas veces, debido al propio deseo de agradar y la intención de querer satisfacer las expectativas de la otra persona en el ámbito de la intimidad, aparece una presión que nos termina paralizando o desconectado… Se trata de una exigencia que registran algunas personas al momento del sexo, dar placer, satisfacer a la otra y que todo esto se de con 0 margen de “error”, por lo tanto se retroalimenta un temor al fracaso que puede provocar que nos desenfoquemos de nosotras mismas. Esto puede deberse a varias creencias erróneas: “que somos garantes del placer de la otra persona, que estamos primero para complacer y luego para registrar placer, que si consigo que la otra persona orgasmee primero ya mi cometido está logrado”.

 

Esta posición, de no tan solo prestar atención a la satisfacción de mi compañía, sino de responsabilizarme por su placer y disfrute puede llegar a ser lo que te está sacando de sintonía erótica. Estas movidas nos suelen desconectar de nuestras vivencias y fantasías propias, perdemos conexión con las sensaciones físicas que nos está aportando el contacto sexual, terminamos haciendo cosas bajo el concepto de “esto le va a volar la cabeza”, cuando en realidad no es algo que no excite tanto, o bien, quizás nos encontramos haciendo algo de nuestro agrado, pero con la cabeza en el objetivo de que la otra persona tenga su orgasmo, y en este contexto es muy probable que no registremos por dónde pasa nuestro disfrute.

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No nos detenemos a pensar si lo que estamos haciendo lo hacemos porque realmente nos gusta o porque es lo que toca o garpa hacer.

Hay personas que se desconectan y las exigencias pasan por el cómo son vistas en relación a su rendimiento y hay otras que lo hacen porque sienten que quedan en falta si la otra persona no llega a determinado nivel de satisfacción. Puede que no llegues a determinado nivel de satisfacción por estar bajo un régimen de obligación de resultados: “quedar como una amante inolvidable”. Hay personas que piensan más en el placer de la otra y no en el propio, también hay quienes conocen muy poco acerca de su satisfacción y les resulta más sencillo responder por la de otras.

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La ansiedad por satisfacer a la otra persona, llegar a un determinado nivel de rendimiento sexual, mantiene a la persona en un estado de hipervigilancia constante en la que no existe un “abandono” al placer ni a un disfrute de las sensaciones que se producen cuando las personas se relacionan sexualmente.

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Hemos sido socializadas para estar al servicio de otras personas, se nos machaca que prestar atención a los deseos de la pareja debería ser prioridad, y nos terminamos perdiendo de vista nuestras prioridades. Con esto no quiero decir que no registremos a la otra persona como una subjetividad, es importante atender al placer de las otras y que éstas también hagan lo mismo con nosotras, pero en plan de algo recíproco, y no que se le asigne la responsabilidad de dar satisfacción sexual a una de las partes.

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Para volver a nosotras es importante practicar algo de “egoísmo positivo” ¿Cómo sería esto? Poner el foco en hacer lo que te resulta placentero a vos, y no anteponer los deseos de las demás personas. Siempre en un contexto consensuado y consentido. No imponerte metas, hacer del encuentro algo exploratorio y no evaluativo.

Como siempre insisto, la comunicación asertiva es clave: decir qué me gusta, de qué forma, en qué  momento y qué no también.

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Si considerás que te faltan herramientas para gestionar esta situación, no dudes en consultar con un/a profesional especialista de la sexología.

La columna de la Lic. Noelia Benedetto es auspiciada por PLAYBOYS CONDOMS, explorá con #modoplayboy.

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