¿Las terapias de pareja terminan en separación?

¿Las terapias de pareja terminan en separación? ¿Qué hay de cierto en aquella frase que dice que “Si empezás terapia de pareja, terminás separándote”? ¿La terapia de pareja es la antesala de la ruptura? La opinión de la Lic. Noelia Benedetto

¿Qué hay de cierto en aquella frase que dice que “Si empezás terapia de pareja, terminás separándote”? ¿La terapia de pareja es la antesala de la ruptura?

Cuando sale el tema de terapias de pareja, las posiciones son múltiples y están un tanto teñidas por las experiencias personales o cercanas. Así como sucede en la psicoterapia individual, hay vínculos que han podido gestionar sus conflictos en ese espacio y hay otras relaciones a las que no les ha resultado de aporte.

Hay parejas que llegan al espacio terapéutico y pasan directamente a terapia intensiva, alguna de las partes quizás ya tiene identificado que llegó a su fin y quizás la otra no lo tiene tan elaborado, llegan cuando la relación ya está terminada con la intención de “rescatar la pareja”, otras, lo que buscan es la manera de darle un cierre a la relación de una manera saludable, y en algunos casos, continuar otras facetas vinculares: se termina la pareja conyugal pero continúa la pareja maparental o la sociedad laboral. Existen también las que llegan en instancias críticas, pero trabajando ciertos aspectos conflictivos, pueden resolver sus dificultades; en estas hay lo que llamo “tela para cortar”.

¿Las terapias de pareja terminan en separación?

La terapia de pareja es un espacio de salud mental en donde se pueden trabajar conflictos o propósitos vinculares: faltas al contrato tales como la infidelidad, dinero, sexualidad y erotismo, no monogamias, apertura de vínculos, dificultades en la comunicación, en la convivencia, construcción o reconstrucción de intimidad, distancia emocional, crianza, etc.

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El pronóstico de cada pareja depende del motivo de la consulta y de la posición que cada una de las partes haya adoptado y esté dispuesta a flexibilizar. Las intervenciones están orientadas a revisar “la letra chica” o invisible del contrato, que es la que suele motivar conflictos, identificar esto es el primer paso: no haber establecido acuerdos, no hablar de ciertos temas, dar por sentado que algo se resolvía de tal manera, etc.; y en función de esto ver las posibilidades de recontrato. En muchos casos se pone en evidencia que lo que motiva el conflicto no es tan grave ni irresoluble como las personas habían concluido.

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Es muy frecuente también que los vínculos no estén en condiciones de realizar una terapia de pareja, y que se priorice la terapia individual para cada una de las partes (con terapeutas diferentes), para que una vez que se encuentren trabajados ciertos aspectos, recién ahí puedan pasar a un dispositivo de pareja. Existen casos en los que se encuentra “contraindicada” como en las situaciones de violencias.

Considero que hay que dejar de asociar el éxito de una terapia a la continuidad del vínculo, esto está muy relacionado al mandato monogámico y a la amatornorma: sucede a veces, que si bien el motivo inicial por el que las personas consultan es “salvar la pareja”, puede pasar que resuelvan sus problemas siguiendo juntas, o también un desenlace posible y no por eso menos “eficaz” es separarse en buenos términos.

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El concepto de “para toda la vida” resulta atractivo para algunas personas pero también muy ambicioso, y la idea no es sostenerlo cueste lo que cueste. Es saludable que una unión sea una elección constante, que se actualice en el día a día y no algo que prometo en determinado momento de mi vida por futuras versiones de mí misma que no tengo garantías de si van a poder responder a ello. Todo va mutando, las cosas, las rutinas, las personas y con ellas los vínculos de los cuales forman parte, tener proyectos no compatibles, diferencias irreconciliables, o desencuentros que no llevan a ningún margen de acuerdo puede llevar a una separación.

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Entonces, la terapia de pareja no salva ni termina de hundir a los vínculos, no necesariamente hay que estar en las últimas, ni implica un mal pronóstico recurrir a ella, simplemente acompaña un proceso de metamorfosis de las trayectorias vitales de las personas, en relaciones con otras, bajo determinadas condiciones contractuales.

Es preferible realizar una prevención primaria o secundaria y no terciaria (cuando las papas queman), por lo tanto, se sugiere recurrir a la consulta en etapas iniciales y no pensarla como un último recurso.

El verdadero desafío no es concretar un vínculo sino sostenerlo en el tiempo, poder redefinir la forma de vincularse a medida que éste va metamorfoseando. Resolver una problemática que involucra a varias partes requiere de una dosis de autocrítica que permita los ajustes necesarios, para poder hacerse responsable de la situación y cargo de la parte que nos implica. También es cierto que los vínculos pueden llegar a su fin, que no todo se puede prevenir o comunicar, pero que es importante identificar cuándo o por dónde están dejando de ser saludables o satisfactorios para todas las personas.

La columna de la Lic. Noelia Benedetto es auspiciada por PLAYBOYS CONDOMS, explorá con #modoplayboy.

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