La cara oculta de la inteligencia artificial: Google y su creciente huella ambiental

Las emisiones de Google aumentan un 48% por la inteligencia artificial. ¿Es el progreso tecnológico un precio para el planeta?

La inteligencia artificial (IA) se presenta como una revolución tecnológica con un potencial ilimitado. Sin embargo, detrás de sus avances se esconde una realidad preocupante: su elevado impacto ambiental. Google, una de las empresas líderes en el desarrollo de IA, no es ajena a esta problemática.

Su informe ambiental anual revela un aumento del 48% en las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 2019. Este incremento se asocia directamente al desarrollo de la IA y a la excesiva demanda de energía de los centros de datos que la sustentan.

La compañía anunció este año la integración de la IA en todos sus productos y servicios, incluyendo un chatbot más inteligente y un buscador que resume automáticamente la información. Estas innovaciones, si bien convenientes para los usuarios, tienen un costo ambiental significativo.

Las emisiones de Google en 2023 crecieron un 13% respecto al año anterior, impulsadas principalmente por el consumo energético de los centros de datos y las emisiones de su cadena de suministro, ambas ligadas al desarrollo de la IA.

“Detrás de la inteligencia artificial hay un gran impacto ambiental, una necesidad de recursos que debemos considerar en un momento en que nuestro principal desafío es la eficiencia energética”, comenta Estefanía González del Fierro, subdirectora de campañas de Greenpeace Andino. “Si bien la tecnología puede ofrecer soluciones a la crisis climática, también observamos que consume los mismos recursos que hoy son críticos”.

El informe de Google detalla que el consumo total de electricidad de sus centros de datos aumentó un 17% en 2023. ¿Para qué se necesita tanta infraestructura? Los modelos de IA requieren grandes conjuntos de datos para su entrenamiento. Estos centros albergan servidores y equipos de red que almacenan, procesan y distribuyen estos contenidos.

Las proyecciones no son alentadoras. Una investigación de Electric Power Research sugiere que la tasa anual de crecimiento en el uso de electricidad por parte de esta industria podría variar entre el 3,7% y el 15% hasta el año 2030, dependiendo del ritmo de adopción de nuevas tecnologías como la IA generativa.

“Estamos transitando hacia un cambio en el uso de modelos generativos de IA simplemente porque la gente cree que debe hacerlo, sin considerar la sostenibilidad”, explica Sasha Luccioni, autora de un estudio sobre las emisiones de GPT, a The Guardian. “Existen muchos enfoques y métodos de IA eficientes y de bajo impacto que se han desarrollado a lo largo de los años, pero la tendencia es utilizar la IA generativa para todo”.

Más allá de la energía, los centros de datos también consumen agua en sus sistemas de refrigeración por evaporación para evitar el sobrecalentamiento de los equipos. Un estudio, no revisado por pares, dirigido por investigadores de la Universidad de California en Riverside, estima que el entrenamiento de GPT3 en centros de datos de Estados Unidos podría haber consumido 700.000 litros de agua dulce.

Ante este panorama, Google ha establecido como objetivo alcanzar las emisiones cero neto para el año 2030. Para ello, planean reducir sus emisiones en un 50% e invertir en tecnologías ambientalmente sostenibles. Sin embargo, reconocen que este objetivo es “extremadamente ambicioso” y “no será fácil” debido a la incertidumbre en torno al futuro impacto ambiental de la IA.

“Debemos ser conscientes de que cada nueva tecnología está vinculada al uso de recursos naturales”, afirma González del Fierro. “Es necesario evaluar si esta es la forma más responsable y eficiente de utilizar los recursos finitos de nuestro planeta, especialmente en un momento en que debemos reducir nuestras emisiones”.

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