Como todas las semanas en Notify hablamos con nuestra sexologa de confianza, la Licenciada Noelia Benedetto, para hablar sobre la baja o ausencia de deseo sexual en las masculinidades.
Las dificultades en el deseo sexual, ya sea por baja o ausencia, se refieren a la ausencia generalizada de fantasías, pensamientos eróticos, actividades autoestimulatorias y no solo a la merma en las ganas de tener encuentros sexuales con otres; a esto último se lo conoce como falta de atracción, que impacta en la frecuencia de actividad sexual compartida.
Por décadas, la falta de deseo sexual ha sido patologizada cuando, en realidad, las variaciones son la regla más que la excepción.
Lo llamativo en los últimos años es que se ha empezado a hablar más de las variaciones en el deseo sexual de los socializados varones, pero haciendo la marca de algo anormal, del orden de lo inusual, que hay que rectificar. Se suele diagnosticar estas situaciones como trastornos del deseo sexual hipoactivo, lo cual es complejo, ya que tratar los problemas sexuales como una disfunción o desorden es patologizar las variaciones, lo que a veces genera más problemas, incluso donde no los hay.
¿Por qué los socializados varones no podrían tener dificultades en el deseo sexual?
Revisemos… viven rutinas estresantes, agitadas, problemas laborales, económicos, familiares, vinculares, mandatos en torno a la masculinidad plagados de exigencias múltiples, sexualidad de rendimiento, etc., todos los números comprados para que algo semejante suceda.
La realidad es que más allá de la identidad de género, el deseo sexual es variable, se da por épocas, no siempre tiene que ser con la misma intensidad o entusiasmo y la atracción de alta frecuencia. Además, existen varios tipos de deseos, dependiendo de la circunstancia y el momento vital en el que nos encontremos, los cuales son sensibles a múltiples factores: orgánicos: hormonales, vinculares, socioculturales, psicológicos: estrés, autoestima, “educastración” sexual, autoestimulación como un tabú, desinformación.
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Estigmatización de la reducción de la libido masculina
Hay muchos estereotipos y mandatos de género que ejercen presión en los socializados varones y que convencen a las personas que se vinculan con estos de que algo “no está andando bien”: que nunca dicen que no, que están “siempre listos”, que son seres hiperdeseantes por naturaleza, que no les afecta el contexto; básicamente, la virilidad se relaciona con la idea de que el hombre “siempre quiere”. Las expectativas son tan altas que, están destinadas a no cumplirse.
Ningún cuerpo funciona de la misma manera siempre, la mayor parte de los socializados varones, en algún momento de su trayectoria vital, padecen alguna de las consecuencias de la idea de hombre hipersexual que la cultura nos impone. La sexualidad está llena de “deberías” universales, requisitos y pautas que debemos seguir las personas para ser consideradas sexualmente adecuadas.
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¿Es un problema ser un varón con bajo deseo sexual?
Cuando un socializado varón soltero no tiene mucho (o nulo) deseo sexual, puede que se sienta raro, pero es poco frecuente que lo considere un problema a solucionar. Es solo cuando se encuentra en una dinámica vincular, y la otra persona tiene “mayor deseo” de frecuencia sexual, que suele ser problemático, sobre todo cuando se lo marcan como tal. Dependerá de lo que cada compañere reporte como satisfactorio o insatisfactorio en cuanto a su frecuencia sexual, lo cual no necesariamente dice mucho del deseo del hombre.
Cuando en una pareja hay una persona con más ganas que la otra, se asume que la que tiene menos es la que hay que “arreglar”. No hay un nivel de deseo sexual que sea óptimo para todo el mundo.
Si es un varón quien tiene menos ganas se suele considerar mucho más raro y problemático que si es una socializada mujer, dónde está normalizado, los varones naturalizan el deseo sexual sostenido como un aspecto inherente a la masculinidad.
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Si pretendo tener el mismo deseo y frecuencia de encuentros sexuales durante toda la relación, una vez pasada etapa de enamora”miento”, seguramente me voy a frustrar y/o convencerme de que la relación no funciona.
Muchas veces, la persona que tiene “más ganas” se siente:
- Engañada.
- Poco deseada.
- Poco querida.
- Duda de su desempeño sexual.
- Dudar de la identidad de género u orientación sexual de la otra persona.
- Puede pensar que hay otra/s persona/s.
Por otro lado, la persona que tiene “menos ganas” puede:
- Sentirse presionada.
- Acceder a tener sexo por mandato.
- Tener miedo a que la reemplacen.
- Tener miedo a que la dejen.
En primera y última instancia lo que interesa es la percepción del varón en cuestión, es decir, si esto, más allá de los mandatos, es un problema para él (no para otra persona).
¿Qué hacer?
Si esto te representa una dificultad, genera malestar, en algún momento cercano en el tiempo tu deseo era diferente, se sugiere realizar una consulta a un especialista.
En principio hay que descartar causas biológicas: disminución en los niveles de testosterona, aumento de los de prolactina, y que no haya otros padecimientos subjetivos tales como depresión, ansiedad, estrés, duelo, etc. También es necesario indagar acerca de las experiencias sexuales pasadas.
Los problemas sexuales pueden tener un efecto negativo sobre el interés y la respuesta sexual en general. Los factores vinculares son de peso, en una investigación realizada por Murray et al. (2017), sobre la experiencia masculina en relaciones a largo plazo, se encontró que, independientemente de la edad o la duración de la relación, factores como “sentirse deseado”, “encuentros sexuales emocionantes e inesperados” y “comunicación íntima” provocaban la activación del deseo sexual. Mientras que el “rechazo”, “dolencias físicas y negativas”, “las características de salud” y la “falta de conexión emocional con la pareja” eran factores inhibidores.
Hay que poder hablarlo, con tu pareja/vínculo, amistades, etc.; ya que está instalada la representación de que a los varones estas cosas no les pasan porque los discursos al respecto están silenciados. Existe mucha presión en relación a la disponibilidad y virilidad, tanto que esta última se cuestiona si alguien dice que no.
Odette Freundlich explica que lo más importante es entender que lo único que debemos hacer es no obligarnos en cuanto a frecuencia o prácticas sexuales por mandato o débito sexual. “No hay que exigirse frente a la supuesta necesidad del otro. Además, hay que saber que el deseo sexual no es algo espontáneo. Uno no nace con el deseo implícito”.
La columna de la Lic. Noelia Benedetto es auspiciada por PLAYBOYS CONDOMS, explorá con #modoplayboy.
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