#LaSexión: “Mucho sexo gay”, la retórica del odio y la invisibilización de las disidencias sexuales en el posteo del presidente Milei

La Lic. Noe Benedetto pone en cuestión y desentrama lo que en principio se expresa como una "humorada/crítica" para exponer e imponer una retórica del odio.

La reciente polémica suscitada por un posteo en Instagram del presidente argentino Javier Milei, donde comparó la “sociedad progre ideal” con una cárcel, en las que menciona que hay “mucho sexo gay” (¿qué querrá decir con eso?), refleja no solo una profunda ignorancia sobre la realidad de las relaciones sexuales y afectivas dentro del sistema carcelario, sino también una peligrosa tendencia a emplear retóricas que perpetúan estigmas y fomentan el odio hacia las disidencias sexuales. Esta placa, lejos de ser una simple opinión personal, tiene repercusiones en la percepción social y en la construcción de narrativas que afectan la vida de millones de personas que forman parte del colectivo LGBTIQNBA+.

La problemática de la retórica discriminatoria

El posteo de Milei sobre “mucho sexo gay” en las cárceles no es un hecho aislado, sino que parte de una larga tradición de discursos que buscan demonizar y patologizar la homosexualidad. Este tipo de declaraciones no solo carecen de fundamento científico, sino que también refuerzan prejuicios que alimentan la violencia y la discriminación, los discursos homoodiantes. La idea de que las relaciones sexuales entre personas del mismo género en contextos carcelarios son inherentemente problemáticas o indicativas de una “corrupción moral” es un mito que ha sido desmentido en múltiples estudios académicos.

Sin embargo, lo que subyace es una intención más capciosa: la de reducir la orientación sexual a un estereotipo negativo, utilizando el “sexo gay” como un arma retórica para atacar al “progresismo”. Esto no solo es irresponsable desde el punto de vista político y ético, sino que también ignora las complejidades de la sexualidad humana y las realidades vividas por quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.

Vivimos en una sociedad profundamente hostil en su abordaje de las sexualidades, donde ciertas normas se imponen como únicas válidas, y cualquier distanciamiento de ellas es vista como una patología o algo anormal. Chris Donaghue argumenta que vivimos en una cultura sexualmente disfuncional, donde la autenticidad sexual es constantemente reprimida por normas rígidas y restrictivas. Estas normas, que se basan en una visión heteronormativa de la sexualidad, limitan la capacidad de las personas para explorar y expresar su verdadera trayectoria sexual. Donaghue sostiene que esta disfunción se manifiesta en una serie de problemáticas, desde la homofobia internalizada hasta la negación de la diversidad sexual y de género.

El posteo de Milei es un ejemplo claro de cómo la disfunción sexual cultural se expresa en el ámbito político. Al reducir el sexo entre personas del mismo género a un tema de burla o crítica, está reforzando la idea de que la sexualidad auténtica solo es válida cuando se ajusta a los parámetros heteronormativos. Esta postura perpetúa la idea de que la homosexualidad es algo que debe ocultarse o avergonzarse, en lugar de ser celebrada como una expresión legítima de la condición humana.

La invisibilización de las disidencias sexuales

Uno de los problemas más graves de la retórica utilizada por Milei es la invisibilización de las disidencias sexogenéricas. Al hablar de “sexo gay” en términos peyorativos, se ignoran las múltiples formas en que las personas LGBTIQNBA+ viven y experimentan su sexualidad, tanto dentro como fuera de las cárceles.

La idea es partir de una visión de la sexualidad que no esté limitada por las etiquetas o las normas sociales, sino que se base en la autenticidad y la autodeterminación. Desde esta perspectiva, cualquier intento de imponer una visión única y normativa de la sexualidad es visto como una forma de opresión e invalidación y la opción única que se legitima es la de acatar pasivamente las normas que nos han sido impuestas.

En el contexto de estas publicaciones, es importante repudiar cualquier intento de utilizar la sexualidad como un arma política o como una forma de estigmatizar a ciertos grupos. En su lugar, debemos abogar por una visión de la sexualidad que sea inclusiva y respetuosa, que reconozca la dignidad de todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.

Las consecuencias psicológicas de la discriminación

El discurso de odio y la discriminación basada en la orientación sexual tienen consecuencias negativas en la salud mental y el bienestar de las personas LGBTIQNBAP+. Numerosos estudios han demostrado que las personas que son víctimas de homoodio, biodio o transodio tienen un mayor riesgo de desarrollar padecimientos de salud mental. Además, la discriminación y la estigmatización pueden llevar a una internalización de estos prejuicios, lo que se conoce como homofobia internalizada, que a su vez puede afectar la autoestima y la autoaceptación.

En este sentido, las declaraciones de figuras públicas como Milei no solo perpetúan un ciclo de odio y discriminación, sino que también contribuyen a la marginalización y el sufrimiento de millones de personas. Es fundamental que como sociedad tomemos conciencia de estas dinámicas y trabajemos activamente para erradicarlas, promoviendo en su lugar una cultura de respeto, inclusión y apoyo para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.

La respuesta es siempre ESI

Una de las formas más efectivas de combatir la discriminación y promover una cultura sexualmente positiva y respetuosa es a través de la educación sexual integral (ESI). La ESI, que incluye una enseñanza basada en el respeto a la diversidad y la promoción de la equidad de género, es clave para desmontar los prejuicios y estigmas que perpetúan la discriminación y el odio hacia las personas LGBTIQNBAP+. A través de ella, es posible fomentar una comprensión más amplia y empática de la sexualidad humana, que reconozca y celebre la diversidad en lugar de tratarla como un problema o una desviación.

En este contexto, es urgente que los líderes y las figuras públicas asuman su responsabilidad en la promoción de un discurso inclusivo y respetuoso. Las declaraciones que buscan dividir y estigmatizar no solo son moralmente cuestionables, sino que también tienen un impacto real en la vida de las personas.

Las declaraciones del presidente Milei son un claro ejemplo de cómo el discurso político puede ser utilizado para perpetuar estigmas y promover el odio hacia las disidencias. En lugar de aceptar pasivamente las normas y prejuicios que nos han sido impuestos, debemos cuestionarlos y buscar formas de expresar la sexualidad que sean verdaderamente liberadoras para todas las personas. Esto implica rechazar cualquier intento de utilizar la sexualidad como una forma de opresión.

Solo a través de un enfoque inclusivo y respetuoso de la sexualidad, basado en la educación y la empatía, podremos construir una sociedad genuinamente inclusiva y amigable para todas las personas. Las palabras tienen poder, y es responsabilidad de todas las personas utilizarlas para construir un mundo más inclusivo, equitativo y ameno.

Los titulares se desprenden de las consultas que propone la audiencia en @lic.noeliabenedetto

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