“Mi pareja le pone me gusta a todo lo que anda dando vueltas”

Analicemos este fenómeno desde diferentes perspectivas.

Por Lic. Noelia Benedetto -MP 8136-. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. Terapeuta de vínculos sexo afectivos.

A diario recibo varias consultas de personas que experimentan malestar, rupturas, crisis o peleas debido a estas situaciones en las que las relaciones están mediadas por la cultura digital. Detrás de esto, surge una pregunta implícita que las parejas suelen hacerse con frecuencia: ¿Cómo debería ser el manejo ideal en las redes sociales?

Algunas personas muestran indiferencia ante esta situación, mientras que otras sienten enojo, inseguridad, angustia, ansiedad, celos, e incluso llegan a vincular estos eventos con posibles indicadores de infidelidad, entre otros sentimientos.

Reflexiones sobre los me gusta en redes sociales

Vale la pena reflexionar: ¿Qué es lo que realmente nos molesta? ¿Qué es lo que nos genera malestar en estas situaciones? ¿Está relacionado con la idea de exclusividad en juego? ¿Tiene que ver con la sensación de posesión que alimenta el modelo de amor romántico con el que hemos sido socializados? ¿Se discutió alguna vez de manera explícita? La mayoría de las relaciones comienzan sin abordar estos acuerdos, especialmente en lo que respecta a las redes sociales. ¿Hemos hablado sobre lo que nos afecta y lo que no? ¿Hemos discutido los posibles malentendidos que surgen alrededor de un simple me gusta? ¿Realmente tiene relación con engaño o violación de un acuerdo? Y si es así, ¿es un acuerdo tácito o explícito? ¿Estamos objetivando o sexualizando a las personas a las que les damos me gusta? ¿El acto de dar me gusta a cualquier foto tiene el mismo impacto o solo en ciertos casos? (como traje de baño, ropa interior o fotos individuales) ¿Es igual si le da me gusta a personas famosas o desconocidas que a personas cercanas? ¿Y si le da me gusta a otros pero no a mí? Las relaciones íntimas se basan en acuerdos y compromisos personales, pero también en convenciones sociales que internalizamos.

Significados y conflictos en la era digital

Un me gusta no es más que un símbolo objetivo de esta era 2.0 que usamos para indicar que algo nos agrada, punto.

Los significados subjetivos que cada persona atribuye a esta mínima expresión pueden variar ampliamente. Hay diversos elementos que hacen que una foto resulte atractiva o que llame la atención de tu pareja, y por eso le da me gusta. Antes de sacar conclusiones apresuradas, ese me gusta podría representar cariño, apoyo, cercanía, compasión, admiración, atracción, o incluso puede tener connotaciones fraternales, amistosas, sexuales, estéticas, sensuales o eróticas. Puede ser un gesto de cortejo o seducción, o una forma de valorar una cierta categoría de belleza, o una combinación de varios de estos aspectos. Lo mismo se aplica a las reacciones, que no tienen interpretaciones unívocas. ¿Solo usamos los emoticonos 😍💯♥️🔥 con fines de seducción?

Celos y descontextualización

Según un estudio de la Universidad de Guelph en Canadá, la mayoría de las peleas relacionadas con Facebook y los celos se deben a la falta de contexto. En otras palabras, vemos un me gusta en una publicación de otra persona que nos molesta y de inmediato activamos las alarmas sin considerar el contexto específico en el que se dio esa interacción o por qué podría ser relevante para nuestra relación.

La realidad virtual es una realidad en sí misma y, aunque las redes sociales pueden llevar a establecer nuevos acuerdos, estas prácticas a menudo generan conflictos, especialmente en relaciones monógamas o cerradas.

Sin embargo, la naturaleza artificial de las redes sociales nos hace comunicarnos de maneras que no adoptaríamos en una conversación cara a cara.

Impacto en la exclusividad y la monogamia

¿Qué se juega en el contrato de exclusividad que tenemos cuando algo de nuestra atracción va a la imagen de otra persona? ¿Molesta que lo exteriorice, que quedemos expuestas ante otras personas?

Los problemas con la monogamia no se relacionan necesariamente con aventuras, sino con expectativas. Que contratemos exclusividad sexoafectiva o alguna de ambas no implica que el deseo por otras personas va a desaparecer automáticamente, eso es una utopía, no vamos por la vida con los ojos vendados. A veces se señala que lo que tiene peso es activar la interacción con otras personas a partir de ese deseo. Lo que lastima quizás es la ruptura del acuerdo, o caer en la cuenta de manera tan evidente que la posibilidad de que “tenga ojos sólo para mi” es muy ambiciosa. El acuerdo que consensuamos implica qué hacemos y qué no con ese deseo/atracción.

¿Qué podemos hacer?

No elegimos qué nos genera malestar pero si lo que hacemos con él: la prohibición, eliminar contactos, controlar su agregado, o hasta cerrar redes, quizás no es algo que podamos contratar saludablemente, señalar que algo me parece bien o mal también es intervenir sobre las libertades que están operando en la otra persona. Quizás podamos tener una conversación incómoda al respecto de lo que nos produce, cómo nos impacta, qué duele, qué imaginamos y qué en ese intercambio surja alguna posibilidad de revisar, recontratar, o bien, si no estoy de acuerdo con que determinadas prácticas se sostengan, quizás poder irme de ese vínculo. También es una oportunidad para gestionar nuestras inseguridades, ansiedades y cuestiones no resueltas de otras relaciones quizás.

Este espacio informativo no reemplaza la consulta con un profesional de la salud.

Aclaración: Los titulares se desprenden de las consultas que propone la audiencia en @lic.noeliabenedetto. Este espacio informativo no suplanta a una consulta con un/a profesional de la salud.

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