La UE aprueba la harina de gusano en alimentos

La Unión Europea dio luz verde al uso de harina de gusano en pan, pasta y queso. Aunque la idea puede generar rechazo, estos insectos son una fuente proteica eficiente y sostenible.

La UE permitió la inclusión de harina procesada a partir de larvas del escarabajo de la harina que se procesan con luz ultravioleta para mejorar su valor nutricional. Este insecto es conocido como el gusano de la harina y su nombre científico es Tenebrio molitor. A diferencia de lo que algunos podrían imaginar, no se trata de ingerir insectos enteros, sino de un ingrediente en polvo incorporado a ciertos alimentos industriales.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) realizó una evaluación exhaustiva antes de aprobar su consumo y aseguró su inocuidad. Según la normativa vigente, cada nuevo insecto utilizado en la alimentación requiere una autorización específica bajo el reglamento de Nuevos Alimentos.

Las cantidades permitidas están reguladas. En pan y productos de repostería, el límite es de 4 gramos por cada 100 gramos del producto final, mientras que en el queso no puede superar 1 gramo por cada 100 gramos. Además, la irradiación con luz ultravioleta no solo elimina microorganismos potencialmente dañinos, sino que también aumenta la presencia de vitamina D3 en la harina.

Alternativa nutritiva y sostenible

El valor nutricional de los gusanos de la harina es significativo. Contienen altos niveles de proteínas, además de minerales esenciales como hierro y zinc, junto con vitaminas del grupo B. En comparación con la ganadería tradicional, la cría de insectos requiere menos recursos naturales y produce menores emisiones de gases de efecto invernadero, lo que la convierte en una opción respetuosa con el medioambiente.

Desde 2021, la UE autoriza el uso de cuatro especies de insectos en la industria alimentaria, generalmente en formatos deshidratados o pulverizados. Entre ellos se encuentran el grillo doméstico (Acheta domesticus) y el saltamontes migratorio (Locusta migratoria), utilizados en productos cárnicos, snacks, cereales y repostería.

Para quienes deseen evitarlos, la legislación exige un etiquetado claro con el nombre científico y una advertencia sobre posibles alergias en personas sensibles a crustáceos, moluscos y ácaros del polvo.

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