La Sexión: “Si mi pareja no tiene la misma frecuencia de ganas de tener sexo que yo ¿estará mal pedirle que me de una mano?”
La Lic. Noe Benedetto responde una de las dudas de la cajita de preguntas sobre la frecuencia sexual en las relaciones.
El deseo sexual tiene perfiles distintos en cada persona, es un fenómeno complejo y profundamente subjetivo, dentro del mismo se encuentran la atracción y las ganas de tener sexo compartido. Muy frecuentemente recibo consultas de personas que se preguntan cómo manejar situaciones en las que los ritmos o frecuencias sexuales dentro de una relación no coinciden.
El deseo sexual: mitos y realidades
Uno de los mayores mitos sobre el deseo sexual (más específicamente las “ganas de”) es que debe ser constante, intenso, sincronizado y espontáneo dentro de un vínculo para que la relación sea considerada “normal”. Sin embargo, la realidad es que el deseo sexual fluctúa. Factores como el estrés, el ciclo hormonal, las demandas laborales, las experiencias previas y hasta la relación con el propio cuerpo pueden influir en la frecuencia y la intensidad del deseo.
Además, las parejas rara vez tienen un deseo idéntico en términos de frecuencia, intensidad o preferencias (no son parejas). Estas diferencias, conocidas como discrepancia o discronaxia, no son en sí mismas un problema, sino una oportunidad para explorar formas de reconectar y renegociar las expectativas.
Es aquí donde surge la pregunta: ¿puede una pareja contribuir a satisfacer los deseos sexuales de maneras alternativas, incluso cuando su propio deseo no está alineado? Para responder, necesitamos revisar los conceptos de consenso, consentimiento, reciprocidad y cuidado mutuo.
Consenso, consentimiento y cuidado
Habría que preguntarse en este caso qué se entiende por pedirle que me de una mano. Pedirle a tu pareja que te “dé una mano” puede entenderse de diversas maneras: desde gestos de intimidad no sexuales hasta la participación en prácticas sexuales que no impliquen necesariamente un deseo o disponibilidad de la otra parte. Sin embargo, cualquier interacción debe estar cimentada en consenso y consentimiento entusiasta. Esto significa que todas las personas deben sentirse libres para expresar sus deseos, límites y necesidades sin presiones ni coerción.
El consentimiento no se limita a un “sí” o un “no” unilateral. En contextos vinculares, implica un diálogo constante en relación al consenso, sobre lo que todas las partes están dispuestas a dar y recibir. Por ejemplo, una persona podría decir: “Hoy no tengo ganas de sexo, pero me gustaría abrazarte o darte un masaje”. Estas alternativas permiten que todas las personas se sientan cuidadas y valoradas.
En este sentido, la pregunta inicial puede reformularse: no se trata de si está “mal” pedir, sino de qué se pide, cómo esa petición se formula y cómo se recibe. La clave está en crear un espacio donde todas se sientan respetadas y comprendidas.
La trampa de la deuda sexual
En muchas relaciones, especialmente aquellas que no han cuestionado los mandatos tradicionales de género, puede surgir una idea compleja: que una pareja “debe” satisfacer sexualmente a la otra, independientemente de sus propios deseos. Este concepto, conocido como “débito sexual”, perpetúa dinámicas de desigualdad y puede generar malestares varios.
Las mujeres, en particular, han sido socializadas para priorizar los deseos sexuales de sus parejas, a menudo ignorando los propios. Esto no solo refuerza la inequidad de género, sino que también despoja a la sexualidad de su dimensión más importante: el disfrute mutuo. Es crucial desmantelar esta idea y promover una sexualidad que no esté basada en la obligación, sino en el placer compartido.
Alternativas para manejar la discrepancia del deseo/atracción
Cuando un vínculo enfrenta diferencias en la frecuencia o intensidad del deseo sexual, no es necesario que la solución pase exclusivamente por el acto sexual típico. Existen múltiples formas de explorar la intimidad y la conexión, incluyendo:
- Explorar otras formas de intimidad: La sexualidad no se limita a la penetración o al orgasmo. Caricias, masajes, besos prolongados y otras formas de contacto físico pueden ser satisfactorias y menos demandantes.
- Autoplacer como herramienta: En lugar de percibir la autoestimulación como un sustituto del sexo en pareja, esta puede integrarse como una práctica que reduce la presión sobre ambos.
- Redefinir el erotismo en la relación: abrir nuevos canales para compartir experiencias sin que ambas personas tengan que estar en el mismo nivel de deseo/atracción.
- Pactos consensuados sobre la apertura sexual: En algunos casos, las personas deciden explorar acuerdos no monogámicos que permitan satisfacer deseos sexuales fuera de la relación principal, siempre desde el respeto y la claridad en los términos.
El rol de la comunicación: hablar de sexo sin tabúes
Para abordar la discrepancia del deseo, es imprescindible mantener un diálogo abierto y empático. Hablar de sexo puede ser incómodo, especialmente si existen diferencias significativas, pero evitar el tema solo alimenta la frustración.
Es importante reconocer que las diferencias en la frecuencia del deseo pueden ser producto de otros factores subyacentes. Estrés, problemas de autoestima, dinámicas de poder dentro de la relación o incluso problemas de salud física o mental pueden influir en el deseo sexual. Por ello, si estas diferencias se convierten en un conflicto recurrente, puede ser útil buscar acompañamiento profesional, ya sea individual o en pareja.
El derecho a decir que no, el derecho a pedir que sí
No hay nada de malo en expresar deseos sexuales dentro de una relación. La clave está en hacerlo desde un lugar de respeto, sin presionar ni invalidar los sentimientos de la otra persona. Del mismo modo, no hay nada malo en establecer límites y en decir “no” cuando algo no resulta cómodo o deseable.
Si entendemos las diferencias en el deseo no como la excepción, sino más bien como la regla, podemos construir relaciones más plenas y auténticas, donde el placer, el consenso y el consentimiento sean siempre protagonistas.
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Los titulares se desprenden de las consultas que propone la audiencia en @lic.noeliabenedetto. Este espacio informativo no suplanta a una consulta con un/a profesional de la salud.
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