La nueva apuesta de Elon Musk
El dueño de X pretende invertir en un conducto submarino de más de 5.000 kilómetros que conecte a Estados Unidos con Europa en menos de una hora.

La posibilidad de unir Nueva York y Londres a través de un túnel bajo el océano no es un concepto nuevo. Desde finales del siglo XIX, ingenieros y escritores imaginan un sistema de transporte ultrarrápido que haga viable esta ruta. Elon Musk reavivó la discusión.
El empresario asegura que The Boring Company podría construirlo por “mil veces menos dinero” del que se estima. De ser cierto, la inversión se reduciría a 19 mil millones de dólares. No obstante, aún hay dificultades tecnológicas, geológicas y financieras.
La idea de un túnel bajo el Atlántico es explorada en la literatura desde hace más de cien años. En 1895, Michel Verne, hijo del célebre Julio Verne, planteó un tren transatlántico en su relato Un Express de l’Avenir. En 1913, el alemán Bernhard Kellerman escribió Der Tunnel, obra que más tarde inspiró una película británica en 1935.
Durante el siglo XX, el ingeniero Robert H. Goddard, pionero en cohetes de combustible líquido, patentó un sistema similar. Sin embargo, el principal obstáculo siempre fue el mismo: la viabilidad técnica y el costo de construcción.
Para que sea factible, el proyecto dependería de la combinación de dos tecnologías avanzadas:
- Levitación magnética (maglev): presente en sistemas ferroviarios de Japón, Alemania y China, pero a velocidades muy inferiores a los 4.800 km/h necesarios para cruzar el Atlántico en menos de una hora.
- Túneles de vacío: sin la resistencia del aire dentro del conducto, se podría alcanzar velocidades cercanas a la del sonido.
Desafíos geológicos y estructurales
Más allá de la velocidad y el diseño del transporte, la mayor dificultad es la propia construcción del túnel:
- Inestabilidad geológica: la infraestructura atravesaría la Dorsal Mesoatlántica, una vasta cordillera submarina de 1.500 kilómetros de ancho con actividad sísmica constante.
- Presión oceánica extrema: a lo largo de la ruta, la estructura tendría que soportar profundidades donde la presión es decenas de veces superior a la de la superficie.
- Dificultades en la perforación: túneles de menor envergadura encontraron obstáculos insalvables. Por ejemplo, el paso subacuático entre España y Marruecos, de solo 17 kilómetros, sigue paralizado debido a la complejidad del terreno.