Ente BioCórdoba: Mascotismo

En #Notify hablamos con la bióloga Constanza Capocassa, directora del Parque de la Biodiversidad sobre el mascotismo.

El tráfico de fauna silvestre es una actividad ilegal que genera entre 15 y 20 millones de dólares por año y se ubica como el cuarto comercio ilegal del mundo detrás de delitos como la venta de drogas, falsificación y tráfico de personas. Más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos son afectados por esta práctica. En Notify hablamos con la bióloga Constanza Capocassa, directora del Parque de la Biodiversidad sobre el mascotismo.

Capocassa señaló que en 2011 se impulsó un decreto que prohíbe la actividad del mascotismo en la Provincia de Córdoba. El mascotismo es una práctica ilegal a través del a cual las personas adquieren animales silvestres y se encierran en viviendas particulares como si fueran animales domésticos. Dentro de estos animales se encuentran, por ejemplo, el puma, el loro, el mono, la tortuga, entre otros. A diferencia de los animales domésticos, los animales silvestres no dependen de los seres humanos para subsistir.

En el decreto provincial se estableció que sólo están habilitadas 21 especies de aves para el mascotismo como canarios e inseparables. “Todas estas aves tienen y deberían provenir de centros que están habilitados para la cría de estas aves”, dijo. Por el contrario, especies como la reina mora, los loros habladores, las tortugas, los pumas, los gatos monteses, los monos, entre otros, están prohibidos. “Muchas veces no conocemos la biología del animal, no sabemos qué darle de comer y terminamos perjudicándolo”, explicó.

Además, generamos daños severos sobre el ecosistema. “Muchos de estos animales cumplen un rol ecosistémico. Por ejemplo los loros o la mayoría de las aves son dispersores de semillas que después terminan generando un bosque. Si nosotros sacamos todos esos animales por gusto propio y por tenerlo encerrado en casa, terminamos perjudicando el ambiente”, indicó.

Quienes ya tienen animales de fauna silvestre que viven en sus viviendas desde hace muchos años, no es necesario que los entreguen. “La recomendación es ya la tenemos, la cuidamos y hacemos lo mejor posible para que ese animal tenga bienestar animal en nuestra casa, le damos la mejor comida que tengamos, lo llevamos a veterinarias especialistas y ya está, una vez que este animal se muere, no salimos a comprar otro. No seguimos incentivando”, dijo. “A veces la empatía se transforma en otra cosa cuando es ¿qué le ofrecemos a estos animales encerrados en casa cuando podrían ser libres?”, agregó.

Otro arista de esta problemática tiene que ver con el ámbito legislativo. El federalismo de Argentina supone que cada provincia administra sus recursos y legisla sobre su territorio. El hecho de la prohibición de tenencias de animales silvestres en Córdoba no impide que en otras provincias se comercialicen, lo que implica un gris legal que muchas veces es complejo de disipar.

Los zorros

En el caso de estos animales, la restricción de sus hábitats naturales se generó por el crecimiento de los barrios cerrados en sectores donde antes no había urbanización. “No van teniendo lugar a dónde vivir y van entendiendo de alguna manera que nosotros somos fuente de alimento entonces se van acercando cada vez más a la ciudad”, explicó. Sin embargo, advirtió que no debemos darles de comer porque se generaría un hábito que, posteriormente, puede desencadenar en enfermedades zoonóticas. Otra precaución es no dejar la basura expuesta.

Los centros de rescate

La Policía Ambiental y la Patrulla Ambiental realizan decomisos de animales en grandes cantidades y grandes especies. Estos animales son llevados al Parque de la Biodiversidad a diario y quedan bajo el cuidado de los especialistas que allí trabajan. Muchos de ellos por suerte pueden ser reinsertados porque en el Parque se hace todo un trabajo interdisciplinario con biólogos y veterinarios pero lamentablemente muchas veces no”, explicó.

Muchos de los animales se encuentran improntados, es decir, acostumbrados a la convivencia con el ser humano. “Liberarlos sería un riesgo para las poblaciones cercanas humanas y para el animal también porque va a terminar lamentablemente muerto”, sostuvo. Aquellos que no pueden ser reinsertados en su hábitat natural, permanecen en el Parque donde reciben cuidados hasta que se defina su destino.

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