Despatologización de las prácticas sexuales

Como todas las semanas en Notify hablamos con nuestra sexologa de confianza, la Licenciada Noelia Benedetto para que nos cuente sobre el kinkshaming y cómo despatologizar las prácticas sexuales.

El sexo kinky son todas aquellas prácticas erótico sexuales que salen de lo convencional y kinkshaming es una forma de avergonzar, juzgar de manera negativa a personas que manifiestan disfrutar algún kink.

Es habitual tildar de enfermas mentales a las personas que en sus trayectorias sexuales involucran prácticas eróticas disidentes. Muchas veces cualquier excitación sexual poco frecuente, que se manifiesta a través de pensamientos, fantasías o conductas sexuales, es marcada de patológica, perversa o parafílica. De acuerdo al contexto, cualquier práctica no genital, reproductiva y penetrativa heterosexual en algún momento histórico puede ser o haber sido señalada como pecado, delito o trastorno.

Gayle Rubin dice que “Prácticamente toda conducta erótica se considera mala a menos que exista una razón específica que la salve. Las excusas más aceptables son el matrimonio, la reproducción y el amor” . Esto determina qué sexualidades se pueden considerar “normales o anormales” y en función de esto dividir a las personas entre “sanas y enfermas”. Podemos preguntarnos qué quiere decir “normal”, ya que se barajan criterios estadísticos, pero las lecturas son morales.

Se han utilizado varios términos como, perversiones, desviaciones, alteraciones, preferencias, variantes sexuales y conductas excepcionales. Pero a día de hoy se suele hablar de parafilias (para: alterado, fuera de; filia: inclinación, interés), yo prefiero peculiaridades eróticas.

Dentro de la comunidad BDSM (BD por Bondage y Disciplina, DS por Dominación y Sumisión, SM por Sadismo y Masoquismo), existen praxis que son sancionadas como patológicas, anormales, dañinas para la integridad de los individuos, cuando en realidad solamente se distancian del guión erótico normativo: genital con primacía del coito heterocis.

El BDSM tiene el potencial de incomodar ante representaciones de actos, roles y estereotipos que encienden alarmas para algunas personas, lo cierto es que no es violencia; es un ritual consensuado.

Muchas de las parafilias son muy comunes, las practican personas que consienten, y se asocian según estudios con bienestar psicológico, experiencias de ocio saludable, ya que las personas tienden a ser más conscientes y comunicativas sobre sus deseos sexuales, han logrado habilitarse y vivir con las preferencias sexuales que están más allá de lo que se considera socialmente aceptable.

Despatologización de las prácticas sexuales

La patologización (tratar una característica de la identidad erótica como una enfermedad) y el cuestionar decisiones personales, son aparatos de censura que históricamente se han usado en contra de las diversidadessexo-genéricas.

Mi posición desde la salud mental y la sexología con perspectiva de género ante estas prácticas estigmatizadas, es despatologizadora, ya que si las mismas no producen malestares, no interfieren en el desarrollo de la vida cotidiana, no involucran seres que no puedan prestar consenso y consentimiento entusiasta, no conllevan padecimiento físico ni psicológico o no suponen riesgo cierto e inminente para sí o para terceras, no deberíamos hacer un diagnóstico de enfermedad sobre éstas.

Las particularidades eróticas en sí mismas, no involucran padecimientos mentales; sí puede surgir en muchas ocasiones una egodistonía (malestar significativo de quien realiza la práctica) por el señalamiento social que la misma implica.

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El no compartir o desconocer estas praxis, sumado al habitual pánico moral de nuestra sociedad sexofóbica es lo que lleva a la habitual percepción de peligro, condena moral, legal o hasta de carencia de salud, bajo la pretensión de imponer una sola manera válida de vivir la sexualidad, cuando la realidad es que existen tantas sexualidades diversas como personas.

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¿Qué pasa si alguien me plantea que tiene una particularidad erótica?

En principio no juzgar, es importante mantener una escucha activa y una comunicación asertiva que dé lugar a compartir las diversas maneras que hay para experimentar placer y luego llegar o no a acuerdos que impliquen consenso y consentimiento entusiasta. Es totalmente válido que no te gusten, no estás obligada a responder por esas preferencias o participar de ellas, pero eso no habilita a cancelar, descalificar o tildar de enferma o rara a alguien.

¿Cuándo algo nos puede motivar a la consulta en salud mental?

Cuando la persona está angustiada por la esencia del patrón de excitación y no es simplemente una consecuencia del rechazo social; no hay consenso y consentimiento entusiasta de todas las partes, quien lo practica no lo está disfrutando o cuando la peculiaridad erótica implica un riesgo significativo de lesión o muerte para sí o para otras personas.

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Aceptación

El mensaje es que le llevemos el apunte a nuestras apetencias, aceptando que son parte de nuestra sexualidad, que no las impongamos a otras personas, que no demos por sentado que hay que ocultarlas o cancelarlas para poder vincularnos (puede que en el proceso de comunicarlas nos encontremos con personas que coincidan con estos gustos) y que definitivamente no hagamos kinkshaming a otras personas.

¿Entonces qué es ser normal?

“Sería más fácil borrar la palabra “normal” de nuestro vocabulario antes que contestar esta pregunta. Y hacer esto tendría mayor sentido. Después de todo, desde el punto de vista de la salud física y psíquica de un individuo, lo que hacemos sexualmente no es ni remotamente tan importante como cómo nos sentimos cuando lo hacemos” (Pomeroy).

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