¿Por qué desaparecen las mariposas?
El drástico descenso en las poblaciones de mariposas, tanto en Europa como en Estados Unidos, pone en riesgo la estabilidad de los ecosistemas ya que afecta la polinización y, por ende, nuestra supervivencia.
En las últimas dos décadas, las poblaciones de mariposas experimentaron una alarmante disminución. En Estados Unidos, se registró una reducción del 22% entre 2000 y 2020, lo que afectó a un tercio de las 554 especies existentes. Un estudio exhaustivo de más de 76.000 monitoreos reveló que, mientras algunas especies tuvieron una caída crítica, muy pocas aumentaron.
La situación empeora en Europa. En el Reino Unido, alrededor del 8% de las especies locales desaparecieron, y la población total se redujo en un 50% desde 1976. En los Países Bajos, la extinción alcanzó al 20% de las especies, mientras que en Bélgica, la región de Flandes perdió casi un tercio de sus mariposas en los últimos 30 años.
Causas del declive de las mariposas
Las razones detrás de esta desaparición son múltiples. La expansión de la agricultura y la urbanización destruyó y fragmentó los hábitats naturales de las mariposas. Además, el uso intensivo de pesticidas y herbicidas tuvo un impacto devastador en sus poblaciones, al destruir las plantas que requieren para sobrevivir y envenenar a los propios insectos.
El cambio climático también es un factor determinante. Aunque algunas especies desplazaron su distribución hacia áreas más frías, muchas otras, especialmente las que dependen de hábitats específicos, vieron reducida su área de distribución o fueron desplazadas por especies más adaptables. Este desplazamiento pone en peligro a las especies más vulnerables.
¿Es posible revertir la situación?
A pesar de este panorama sombrío, todavía existen esperanzas. Investigaciones sugieren que las mariposas pueden recuperar sus poblaciones si se adoptan medidas adecuadas. Restaurar hábitats naturales como las praderas y reducir el uso de pesticidas podría permitir que varias especies se estabilicen y, eventualmente, se incrementen.
Una acción sencilla, como plantar especies nativas como el algodoncillo (Asclepias spp.), crucial para la mariposa monarca, puede contribuir significativamente a su conservación.
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