¿Qué está pasando con la violencia en Rosario?

Las recientes amenazas y hechos de violencia que se produjeron en Rosario no son casos aislados. ¿Por qué ocurren estos ataques?

Esta mañana nos despertamos con una noticia que abrió muchas preguntas. “Messi te estamos esperando. Javkin también es narco, no te va a cuidar” era el texto del mensaje que dejaron en una de las sucursales de la cadena de supermercados perteneciente a la familia de Antonela Rocuzzo tras una balacera contra el local.

El asombro que se generó en la comunidad en general, en el ámbito de la política y en la prensa internacional finalmente llegó sobre una situación que es moneda corriente para las personas que habitan en Rosario.

Las amenazas y ajustes de cuentas entre las distintas bandas por el control territorial y de negocios clandestinos tienen como espacio a una ciudad que ve cómo lentamente la violencia se vuelve protagonista de su cotidianeidad.

Se registraron 374 homicidios en los últimos 14 meses en el departamento Rosario, 58 hechos violentos en lo que va de 2023, 31 sólo en febrero. Entre agosto y septiembre de 2021 se detectaron 137 hechos de amenazas y extorsiones. En el mismo período de 2022, la cifra se elevó a 223. 40 personas baleadas son atendidas por mes en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de Rosario.

El edificio de la Justicia Federal, la Agencia de Investigación Criminal, el Sindicato de la Carne, diferentes comisarías y hospitales y hasta salas velatorias y supermercados han sido el escenario de balaceras y hechos de violencia que incluyeron mensajes amenazantes.

El tráfico de drogas con su consecuente control territorial y de logística más el cobro de impuestos ilegales y extorsivos por protección son los desencadenantes de disputas y ajustes entre las diferentes bandas llegando al punto en que una ciudad es el escenario de una guerra abierta sin límites.

“Ganaron los narcos” fue una de las frases que más resonaron durante el día de hoy. Y la pregunta es ¿quién/es los dejaron ganar? La cooptación y deterioro de las fuerzas de seguridad y las instituciones penitenciarias. La pasividad de las sucesivas administraciones políticas que contemplan el avance narco sin estrategias para frenarlo. 

La policía

El miércoles detuvieron a una empleada de la policía de la provincia en disponibilidad y a su hijo de 23 años en el marco de una investigación a una banda criminal del barrio Ludueña del norte rosarino. Se sospecha que él forma parte de la asociación ilícita que vendía drogas y efectuaba ataques armados por encargo. Ella está acusada de filtrar información a los integrantes del grupo cuando todavía estaban en libertad.

Este caso se suma al interrogante sobre un accionar o una omisión deliberada por parte de miembros de las fuerzas de seguridad tanto en las calles como en el interior del servicio penitenciario, desde donde se organizan siete de cada diez delitos.

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