Test de olfato para detectar el Parkinson de forma precoz
Un innovador estudio europeo, en el que participa el Hospital Clínic de Barcelona lleva a cabo en colaboración con centros de Austria, Alemania y Luxemburgo una herramienta para detectar la enfermedad.
El estudio, denominado Envejecimiento cerebral saludable para detectar párkinson, se distingue por su enfoque único: en lugar de centrarse exclusivamente en pacientes diagnosticados con Parkinson, involucra a personas sanas. Hasta la fecha, ya se reclutaron 4.000 individuos de entre 50 y 80 años, y se espera llegar a 10.000 participantes en los próximos meses.
Los primeros resultados se obtuvieron a partir de un cuestionario que evalúa factores como antecedentes familiares, estilo de vida y presencia de otros trastornos neurológicos. Con estos datos, los investigadores buscan identificar un perfil de riesgo elevado para desarrollar Parkinson.
Maria José Martí, directora de la Unidad de Párkinson y Trastornos del Movimiento del Clínic, destaca que el diagnóstico actual de la enfermedad se basa en la observación de síntomas motores como el temblor y se realiza generalmente en etapas avanzadas. “El párkinson comienza muchos años antes, por lo que los diagnósticos actuales suelen ser tardíos”, explica Martí.
El olfato como indicador precoz
Uno de los síntomas más tempranos del Parkinson, según la investigación, es la pérdida del sentido del olfato. En el estudio, se incorporó un test de olfato, en el que 500 personas participan inicialmente para identificar su capacidad para distinguir diferentes olores. Aunque los datos son aún preliminares, los primeros resultados revelaron que algunas personas que aseguraban no tener problemas de olfato mostraron dificultades en las pruebas.
El uso de la neuroimagen y estudios de saliva
Otro aspecto clave de este estudio es el uso de neuroimagen y pruebas biológicas para identificar biomarcadores asociados con el Parkinson. En particular, los investigadores buscan la presencia de agregados de Alfa-sinucleína, una proteína que se acumula en las neuronas de las personas con Parkinson y que podría tener un papel tóxico en el desarrollo de la enfermedad. Además, llevan a cabo estudios sobre la saliva, con el objetivo de detectar la presencia de esta proteína y otros posibles indicios de la enfermedad.
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