Rakus, el orangután que se curó a sí mismo

Por primera vez en la historia, un equipo internacional de científicos documentó a un orangután salvaje que utilizaba una planta medicinal para tratar y curar una herida, un hallazgo que podría reescribir lo que sabemos sobre la inteligencia animal y el origen de la medicina natural.

En junio de 2022, en el Parque Nacional Gunung Leuser, en la isla de Sumatra (Indonesia), los investigadores observaron a Rakus, un macho de orangután de unos 35 años, con una profunda herida en la mejilla, probablemente causada por una pelea con otros machos. Tres días después, vieron a Rakus mientras seleccionaba cuidadosamente hojas y tallos de la planta local conocida como akar kuning ( Fibraurea tinctoria ), reconocida por la medicina tradicional por sus propiedades antiinflamatorias, antibacterianas y analgésicas.

Rakus masticó la planta sin tragarla y aplicó el jugo resultante directamente sobre la herida con sus dedos durante varios minutos. Luego, cubrió la lesión con la pasta de hojas masticadas, a modo de vendaje natural. El proceso de carga de más de media hora fue repetido varias veces. En los días siguientes, los científicos no observaron signos de infección y, en solo cinco días, la herida se había cerrado por completo. Un mes después, Rakus estaba totalmente curado, sin complicaciones visibles.

Aunque existen registros de grandes simios y otros animales que consumen plantas medicinales para tratar parásitos o molestias internas, nunca antes se vio a un animal salvaje aplicando intencionadamente una planta sobre una herida abierta para favorecer su curación. 

La planta utilizada por Rakus, Fibraurea tinctoria, contiene compuestos como furanoditerpenoides y alcaloides protoberberina, responsables de sus efectos antibacterianos, antiinflamatorios y analgésicos. Es utilizado por comunidades locales para tratar desde la malaria hasta la diabetes y problemas digestivos.

¿De dónde viene este conocimiento?

Los científicos consideran que el comportamiento de Rakus podría ser resultado de aprendizaje individual, observación de otros orangutanes fuera del parque o incluso de un instinto compartido con antepasados ​​comunes entre humanos y grandes simios. “Es posible que nuestros ancestros hayan aprendido sobre remedios observando a otros animales”, señala el investigador Michael Huffman, experto en automedicación animal.

Este hallazgo refuerza la idea de que la automedicación no es exclusiva de los humanos y que los animales pueden poseer conocimientos sobre el uso de plantas para tratar dolencias, lo que abre nuevas preguntas sobre la evolución de la medicina natural y la inteligencia animal.

Implicancias para la conservación y la ciencia

El caso de Rakus no sólo asombra por su singularidad, sino que también pone en valor la importancia de proteger una especie como el orangután de Sumatra, en peligro crítico de extinción. Además, sugiere que aún hay mucho por descubrir sobre el comportamiento y las capacidades cognitivas de los grandes simios.

Como concluye la primatóloga Isabelle Laumer, autora principal del estudio: “Nos parecemos más de lo que nos diferenciamos. Este descubrimiento nos recuerda lo mucho que tenemos en común con nuestros parientes más cercanos y cuánto podemos aprender de ellos”.

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