¿Por qué cuesta hacer nuevos amigos con los años?

Con el paso del tiempo, la manera en que nos relacionamos socialmente se transforma. Investigaciones sugieren que esta evolución en la sociabilidad está profundamente ligada a cambios en las redes funcionales de nuestro cerebro.

La sensación de desgana al pensar en reencontrarse con viejos amigos o conocer a alguien nuevo no es solo una cuestión de carácter o una agenda apretada a medida que se envejece. La ciencia arroja luz sobre las razones neurobiológicas que explican por qué mantener y formar amistades puede volverse un desafío con la edad. Un estudio publicado en Plos One por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, identificó una posible explicación a nivel cerebral.

Esta investigación, que analizó resonancias magnéticas funcionales y pruebas psicológicas en cerca de 200 adultos de entre 20 y 77 años, reveló que ciertas redes cerebrales fundamentales para las relaciones sociales se reorganizan con el envejecimiento. En particular, regiones como la ínsula y áreas del sistema límbico, cruciales para procesar emociones, muestran una pérdida de conectividad. Esto podría afectar directamente habilidades esenciales para la interacción social, como la empatía y la comprensión de las emociones ajenas. 

La investigación identificó dos tipos de redes neuronales clave que actúan como mediadoras en este proceso:

  • Una red positiva relacionada con la edad (APN): Su conectividad aumenta con los años, pero, paradójicamente, se asocia con una menor sociabilidad. Esta red mostró más conexiones entre la región límbica y la ínsula, que están asociadas con la percepción de dolor social o rechazo.
  • Una red negativa relacionada con la edad (ANN): Su conectividad disminuye con la edad, pero favorece la sociabilidad. Las conexiones afectadas en esta red incluyen las de la corteza frontoparietal y la red por defecto (DMN), zonas clave para funciones como la memoria autobiográfica, la reflexión interna y la regulación emocional. Cuando estas conexiones pierden fuerza, pueden verse afectadas habilidades sociales fundamentales como la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y el manejo de las emociones en situaciones de interacción.

Consecuencias de disminuir la socialización 

La disminución de la sociabilidad no es un asunto menor; los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) enfatizan que “todas las personas necesitan tener interacciones sociales para sobrevivir y prosperar”. 

La pérdida de relaciones sociales se vinculó con problemas de salud significativos, como enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y depresión. Además, estudios previos demostraron que la calidad y diversidad de los vínculos sociales en la vejez están directamente asociadas con la salud física y emocional. Aquellas personas con redes sociales restringidas a menudo reportan “más soledad y peores indicadores de salud”, mientras que quienes mantienen lazos diversos y activos muestran un mejor bienestar general.

Cómo evitar los efectos del cambio neurológico

A pesar de estos cambios neurobiológicos, los expertos subrayan que el deseo de conectar con otros permanece. “Aunque el cerebro cambie, el deseo de conectar sigue ahí, solo hay que encontrar nuevas formas de hacerlo florecer”. Para contrarrestar estos efectos, los investigadores sugieren fomentar programas de estimulación cognitiva y social, diseñados específicamente para adultos mayores. También se recomienda impulsar la educación emocional y psicológica, tanto para las personas mayores como para sus acompañantes, con el objetivo de mantener activo el “músculo social” que es la amistad.

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