¿Por qué algunos recuerdos pueden durar toda la vida?

Descubren cómo una molécula permite que los recuerdos duren toda la vida.

Un estudio reciente publicado en la revista Science Advances, realizado por un equipo internacional, revela una posible explicación biológica de por qué algunos recuerdos de la infancia pueden perdurar toda la vida. La investigación destaca el papel de la molécula KIBRA, que actúa como un “pegamento” molecular, ayudando a consolidar la formación de recuerdos duraderos al vincularse con otras moléculas clave.

Según André Fenton, profesor de ciencias neuronales en la Universidad de Nueva York y uno de los autores principales del estudio, “los esfuerzos anteriores para comprender la memoria a largo plazo se centraron en moléculas individuales, pero nuestro estudio muestra cómo estas trabajan en conjunto para asegurar el almacenamiento permanente de los recuerdos”. Todd Sacktor, coautor del estudio y profesor de Ciencias de la Salud en la Universidad Estatal de Nueva York en Brooklyn, agrega que “una mejor comprensión de cómo almacenamos los recuerdos guiará futuros esfuerzos para abordar trastornos relacionados con la memoria”.

Se sabe que las neuronas almacenan información mediante un patrón de sinapsis fuertes y débiles, un mecanismo crucial para la conectividad y funcionamiento de las redes neuronales. Sin embargo, las moléculas sinápticas son inestables y se reemplazan en pocos días, lo que contrasta con la longevidad de algunos recuerdos.

En experimentos con ratones, los investigadores analizaron el papel de KIBRA, una proteína presente en el riñón y el cerebro, vinculada con la calidad de la memoria en humanos. El foco del estudio fue la interacción de KIBRA con la proteína quinasa Mzeta (PKMzeta), fundamental para fortalecer las sinapsis, aunque esta se degrada rápidamente. Los experimentos revelaron que KIBRA funciona como una “etiqueta sináptica persistente”, adhiriéndose a las sinapsis fuertes y a PKMzeta, pero no a las débiles. Este mecanismo permite que las sinapsis sigan asociadas con KIBRA y atraigan más PKMzeta, reforzando la memoria a largo plazo.

Además, el estudio muestra que al romper el vínculo entre KIBRA y PKMzeta se borran recuerdos antiguos, lo que podría ofrecer nuevas perspectivas para entender y tratar afecciones neurológicas y psiquiátricas relacionadas con la memoria.

Este hallazgo confirma un concepto propuesto por el biólogo molecular y neurocientífico británico Francis Crick, quien sugirió que el cerebro puede mantener la memoria a pesar de los cambios constantes mediante un mecanismo análogo a la Nave de Teseo, donde las partes deterioradas se reemplazan sin perder la integridad original. “El mecanismo de etiquetado sináptico persistente es similar a cómo los tablones nuevos reemplazan a los viejos en la Nave de Teseo, permitiendo que los recuerdos perduren a pesar de la renovación constante de proteínas”, explica Sacktor.

El estudio contó con la participación de investigadores de la Universidad McGill de Canadá, el Hospital Universitario de Münster en Alemania y la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas en Houston.

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