La Sexión: Día de la autoestimulación: ¿qué queda por decir?

La Lic. Noelia Benedetto pone en jaque los mitos instalados sobre la masturbación, el autoerotismo, el autoamor y el goce genital.

La etimología de la palabra masturbación es bastante controvertida. Se cree que proviene del latín “masturbari”, que a su vez es un compuesto de dos raíces: “manus” (mano) y “stuprare” (deshonrar, violar o manchar), es decir, “deshonrar, violar o manchar con la mano”. Hay quienes argumentan que la segunda parte de la palabra no proviene de stuprare, sino de “turbare”, que significa “perturbar”. En este caso, “masturbari” se interpretaría como “perturbarse con la mano”. Por todo lo anterior, prefiero hablar de autoestimulación o autoerotismo.

Breve genealogía del día que empezó porque alguien “terminó afuera”

El 7 de mayo no fue elegido al azar. La fecha remite a 1994, cuando la entonces pediatra y cirujana general de EE.UU., Joycelyn Elders, fue obligada a renunciar tras sugerir, durante una conferencia de la ONU sobre el SIDA, que la masturbación debería formar parte de la educación sexual. Su declaración fue considerada “inapropiada” y desató una ola de escándalo mediático. La celebración, impulsada inicialmente por la marca de productos sexuales Good Vibrations en San Francisco, surgió como una forma de protesta y reivindicación del placer solitario como parte legítima de la salud sexual.

Es interesante ver cómo ese gesto político se fue despolitizando con el tiempo, hasta quedar muchas veces subsumido bajo lógicas de mercado o discursos superficiales sobre el bienestar. La masturbación, que fue expulsada del campo de lo decible por ser considerada subversiva, se volvió comercializable. Pero no por eso se volvió realmente más libre o más accesible.

El mito del autoamor como emancipación universal

El discurso actual que vincula autoestimulación y “autoamor” muchas veces funciona como una trampa. Se nos vende la idea de que basta con tocarnos para sanar heridas, para recuperar autoestima, para convertirnos en sujetos deseantes plenos. El autoerotismo aparece presentado como un acto de autosuficiencia que vendría a compensar las carencias del amor romántico o del erotismo en pareja, ejemplo de esto es la frase “masturbarte nunca te romperá el corazón”.

La práctica autoestimulatoria no es simplemente un acto individual: está atravesada por condiciones materiales, simbólicas y culturales. Hablar de “autoamor” como si fuese una solución universal invisibiliza las diferencias y se alinea con la lógica neoliberal de la autoayuda. En lugar de cuestionar estructuras que inhiben el deseo, se responsabiliza a las personas por no encontrarse consigo mismas. Como si la dificultad para disfrutar del propio cuerpo fuese una falla individual y no el resultado de siglos de control sobre la sexualidad.

El autoerotismo como archivo político del deseo

En este mes, les propongo a pensar la autoestimulación no solo como un acto placentero, sino como un archivo político del deseo. Es decir, como un modo de rastrear qué imágenes, fantasías, narrativas y representaciones nos excitan. ¿Quiénes aparecen en nuestras fantasías? ¿Qué corporalidades? ¿Qué prácticas? ¿Quiénes pueden autoestimularse? ¿Qué cuerpos son reconocidos como capaces de autoerotismo? ¿Qué modelos de placer se replican, y a quiénes dejan afuera?

El autoerotismo no nos libera automáticamente de la represión sexual. Muchas veces, nuestras prácticas están guiadas por los mismos mandatos que regulan el sexo en pareja: cuerpos normados, genitalización, rapidez, guión pornohegemónico. La industria del porno mainstream influye también en nuestros imaginarios autoeróticos. Aún en soledad, no estamos libres del modelo dominante de lo que se considera deseable. Generalmente, las narrativas en torno al autoerotismo suelen estar centradas en los socializados varones. El imaginario colectivo asocia el autoerotismo masculino con una práctica esperable, hasta celebrada. En cambio, el de las socializadas mujeres sigue asociado a culpa, vergüenza o fetichización.

Por eso es importante preguntarnos: ¿qué prácticas autoeróticas podrían habilitar un deseo más propio?

Autodelicioso y vínculos: el fantasma de la sustitución

Otra arista poco explorada del tema es cómo se vive la autoestimulación dentro de los vínculos. Muchas personas se sienten culpables por tocarse estando en pareja, o sienten que la otra recurre al autoerotismo como una forma de rechazo, sustitución o desinterés. Esto habla de una concepción posesiva y monolítica del deseo, que aún persiste.

Es fundamental revisar la idea de que el deseo tiene que estar siempre dirigido a la pareja o vínculo. La autoestimulación no reemplaza nada: es un deseo distinto, con otras coordenadas. Es una práctica que puede convivir perfectamente con el erotismo compartido, incluso potenciarlo.

Más allá del goce genital: autoerotismo no normativo

¿Cómo desarmar la idea de que el autoerotismo es simplemente “estimularse los genitales” y ampliarlo hacia otras formas de placer? Cuestionar la idea de que la autoestimulación = genitalidad. Esta fórmula deja por fuera a muchas personas: a quienes no se sienten cómodas con sus genitales, a quienes tienen cuerpos no normativos, a quienes no pueden tocarse ciertas zonas, a quienes buscan otras formas de placer más sensoriales, kinestésicas, emocionales o energéticas. No se trata solo de tocarse: se trata de descubrir qué cosas nos erotizan, qué ritmos, qué texturas, qué melodías, qué relatos. Se trata de habitar el deseo de forma más integral, y menos centrada en el rendimiento o el orgasmo.

La autoestimulación puede ser una vía de reconciliación con el cuerpo, pero solo si se despoja del deber ser normativo. Lo contrario sería forzar a experimentar placer de una forma prescripta, como si el goce fuese una obligación.

¿Hace falta un Día Internacional de la Masturbación?

Hace falta para recordar que el placer sigue siendo un derecho negado, censurado o patologizado. Para visibilizar las desigualdades que atraviesan el goce. Para exigir una educación sexual verdaderamente integral, que contemple mencionar el autoerotismo desde edades tempranas. Para habilitar conversaciones sobre deseo, consentimiento, diversidad y autonomía. La autoestimulación no es solo un acto íntimo: es una práctica política.

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Los titulares se desprenden de las consultas que propone la audiencia en @lic.noeliabenedetto. Este espacio informativo no suplanta a una consulta con un/a profesional de la salud.

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