La Sexión: ¿De qué se trata OnlyFans?

La Lic. Noelia Benedetto nos cuenta qué hay detrás de uno de los sitios que ganó mayor popularidad en los últimos años: Only Fans.

En el vertiginoso mundo digital, donde las fronteras entre lo público y lo privado se difuminan constantemente, ha emergido una plataforma que ha cambiado la forma en que se consume y se produce contenido erótico: OnlyFans o la “página azul”. Algunas personas la llaman revolución, otras una nueva cara del patriarcado. Para un sector, sobre todo socializadas mujeres y disidencias, OnlyFans representa una oportunidad de monetizar su imagen y sexualidad con un grado de autonomía impensado en otras formas de trabajo sexual. Para otro grupo, esta plataforma no escapa a los condicionamientos de un sistema que sigue exigiendo exposición del cuerpo femenino para garantizar ingresos.

El boom del trabajo sexual digital

OnlyFans fue creado en 2016 por el británico Tim Stokely, inicialmente se concibió como un espacio para contenido premium donde seguidores podían apoyar a sus “ídolos” a través de suscripciones pagas, pero fue durante la pandemia que explotó su popularidad. El confinamiento global, el desempleo y la necesidad de ingresos rápidos impulsaron a miles de personas a abrir cuentas y comenzar a generar contenido erótico o sexual personalizado.

Durante 2025 recibió 252,9 millones de visitas a nivel mundial de usuarios que consumen contenido de más de 3.5 millones de creadores activos. Uno de los pilares del atractivo de OnlyFans reside en la promesa de exclusividad e intimidad. En un mar de contenido gratuito en internet, OnlyFans apela al deseo de poseer aquello que es limitado y reservado. Al ocultar el contenido tras un muro de pago, se genera un aura de misterio y una sensación de acceso privilegiado que incita a suscribirse. Además, la posibilidad de interactuar directamente con creadores a través de mensajes privados, incluso pagando por contenido personalizado, fomenta esta ilusión de intimidad.

¿Cómo ganan las personas creadoras de contenido en OnlyFans?

OnlyFans se queda con el 20% de cada transacción, mientras que el 80% restante va para la persona creadora de contenido.

A través de las suscripciones, que pueden ir desde los 4,99 hasta los 49,99 dólares

A través de los mensajes de pago

A través de las propinas, que los fans pueden dejar en cualquier momento de la interacción

Salud mental y OnlyFans

Este trabajo implica no tan solo nociones de marketing, sino también una estrategia emocional y elaborar la exposición constante, algo que no todas las personas pueden o desean sostener. Ser una persona exitosa en OnlyFans no es sinónimo de subir desnudos y ya. Se trata de conocer al público, generar contenido personalizado, sostener vínculos parasociales con las suscriptoras. Es, en definitiva, trabajo emocional.

El impacto subjetivo que este tipo de exposición sostenida puede generar: ansiedad por los ingresos, miedo a ser descubierta por familiares, empleadores o conocidos, presión para producir material constantemente, dificultad para poner límites a los fans o lidiar con comentarios ofensivos y el robo de su contenido, lo que requiere medidas proactivas como reportar, contratar servicios de eliminación de contenido o incluso emprender acciones legales. Hablar de salud sexual y mental implica también reconocer estas tensiones.

Una de las promesas más potentes de OnlyFans es la autonomía: crear contenido propio, fijar precios, elegir clientes. En un mundo laboral marcado por la precariedad, esto aparece como una alternativa tentadora. Para muchas personas, se trata de un ejercicio concreto de autodeterminación corporal y económica.

Sin embargo, esta narrativa de empoderamiento puede volverse falaz si no se contextualiza. ¿Qué pasa cuando el algoritmo de Instagram censura pezones pero la pornografía mainstream explota sin control la representación de cuerpos racializados o trans*? ¿Dónde queda la autonomía cuando las plataformas digitales pueden cambiar sus políticas de monetización de un día para otro, como ocurrió en 2021 con el intento (fallido) de OnlyFans de prohibir contenido sexual explícito?

Estigma y doble moral

El discurso público sobre OnlyFans oscila entre la fascinación morbosa y el juicio moral. Mientras los medios celebran los ingresos millonarios de algunas creadoras, también reproducen estereotipos sobre “cosificación”, “prostitución”, “degradación moral” o “falta de autoestima”.

Esta ambivalencia no es nueva: el trabajo sexual siempre ha estado en el centro de tensiones sociales sobre sexualidad, poder y control. Lo particular de OnlyFans es que muchas de sus trabajadoras no se identifican como trabajadoras sexuales. Algunas lo ven como “venta de contenido”, otras como “emprendedurismo digital”. Y eso genera nuevas formas de estigmatización: desde el afuera, porque se las juzga por “vender su cuerpo”; desde el adentro, porque muchas no desean asociarse con luchas históricas del movimiento trabajador sexual.

¿Por qué seguimos juzgando más a quien muestra su cuerpo que a quien lo consume? El 84% de las creadores de contenido en OnlyFans son socializadas mujeres, mientras que el 78,9% de los usuarios son varones. Propongo dejar de lado la dicotomía “victimización vs empoderamiento” para comprender que las personas pueden tomar decisiones informadas y agenciadas aún dentro de estructuras desiguales. Y que las mismas son totalmente válidas, aunque no respondan a los ideales emancipatorios de todas.

Dinero, deseo y algoritmos

El trabajo sexual en plataformas como OnlyFans introduce una nueva lógica del deseo: este ya no está mediado solo por el cuerpo, sino por la producción de intimidad simulada. Los “novios virtuales”, los mensajes personalizados, los saludos de cumpleaños, las fotos a pedido: todo se convierte en mercancía.

El vínculo con los fans requiere habilidades afectivas complejas: saber generar fidelidad sin caer en vínculos reales, manejar pedidos invasivos sin perder clientes, sostener el deseo ajeno sin someterse.

En este marco, los algoritmos juegan un rol central. Solo quienes saben posicionarse, generar engagement y responder al ritmo vertiginoso de las redes pueden sostener ingresos estables. La sexualidad deja de ser solo placer o expresión y se convierte en data, en SEO, en performance estratégica.

Terapia, consentimiento y agencia

Como terapeuta, he acompañado tanto a personas que generan contenido como a sus vínculos, familiares o consumidores. El abordaje clínico requiere salir de los prejuicios y entender que no hay una única forma de vivir la sexualidad ni de trabajar con el cuerpo.

Es fundamental trabajar en la construcción de límites, en el reconocimiento de las propias necesidades, en el cuidado del consentimiento interno (¿realmente deseo hacer esto o me siento forzada?), en la prevención del burnout emocional y en la gestión de la exposición pública.

También es importante habilitar el espacio para que quienes deseen ingresar a la plataforma puedan hacerlo sin culpa ni estigmatización, así como acompañar a quienes eligen continuar con herramientas para fortalecer su autoestima, su identidad profesional y su red de apoyo.

¿Un futuro post-OnlyFans?

OnlyFans no es el problema ni la solución. Es una herramienta, una plataforma, un síntoma de época. Su existencia pone sobre la mesa debates urgentes: la precarización laboral, la autonomía corporal, el consumo de contenido erótico, la intimidad como mercancía, los discursos sobre el deseo.

Es tiempo de dejar de preguntarnos si es “bueno” o “malo” y comenzar a pensar en cómo construir políticas públicas, espacios terapéuticos, marcos legales y plataformas más justas, cuidadas y menos moralistas.

Tal vez el verdadero desafío no sea OnlyFans, sino el sistema que lo volvió necesario.

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Los titulares se desprenden de las consultas que propone la audiencia en @lic.noeliabenedetto. Este espacio informativo no suplanta a una consulta con un/a profesional de la salud.

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