El estrés causado por la cuarentena y el confinamiento pandémico envejeció al menos tres años el cerebro de los adolescentes, con los mismos cambios que suelen observarse en chicos que enfrentan estrés y adversidad crónicas, según los hallazgos de un nuevo estudio publicado en la revista científica Biological Psyquiatry.
El estudio es el primero que compara las imágenes de la estructura física del cerebro de los adolescentes tomadas antes y después del inicio de la pandemia, y allí encontraron y documentaron diferencias significativas.
”Ya sabemos, gracias a la investigación global, que la pandemia afectó negativamente a la salud mental de los jóvenes, pero no sabíamos qué estaba haciendo físicamente en sus cerebros, si es que estaba haciendo algo”, apunta Ian Gotlib, profesor de Psicología David Starr Jordan en la Facultad de Humanidades y Ciencias, que es el primer autor del artículo.
El estrés de la pandemia envejece el cerebro de los adolescentes
Los cambios en la estructura del cerebro se producen de forma natural a medida que envejecemos, señala Gotlib. Durante la pubertad y los primeros años de la adolescencia, el cuerpo de los niños experimenta un mayor crecimiento tanto del hipocampo como de la amígdala, áreas del cerebro que controlan respectivamente el acceso a ciertos recuerdos y ayudan a modular las emociones.
Al mismo tiempo, los tejidos del córtex, una zona implicada en el funcionamiento ejecutivo, se vuelven más delgados. Los investigadores analizaron resonancias magnéticas de los cerebros de 163 (103 chicas y 60 chicos) hechas antes y durante la pandemia. Observaron una maduración de las estructuras cerebrales.
Hasta ahora, dice, este tipo de cambios acelerados en la “edad del cerebro” sólo habían aparecido en niños que habían experimentado una adversidad crónica, ya fuera por violencia, abandono, disfunción familiar o una combinación de múltiples factores.
Si su cerebro sigue siendo permanentemente mayor que su edad cronológica, no está claro cuáles serán los resultados en el futuro.
Si los niños que experimentaron la pandemia muestran un desarrollo acelerado en sus cerebros, los científicos tendrán que tener en cuenta ese ritmo anormal de crecimiento en cualquier investigación futura que involucre a esta generación.
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