Cosquín Rock sold out
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Música

Por qué Cosquín Rock hizo sold out por primera vez en su historia: las razones

Informe especial sobre las diferentes variables por las que el festival agotó en esta edición

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La próxima edición del festival que se realizará los días sábado 18 y domingo 19 de febrero en Santa María Punilla será histórica porque por primera vez se pusieron los carteles de “entradas agotadas”. Esto ocurrió 18 días antes y la pregunta que nos surge es, ¿por qué esta edición la del Cosquín Rock 2023 llegó al sold out por primera vez en su historia?  ¿Es por el fin de semana largo? ¿Es el line up? ¿Es que la experiencia de ir al festival trasciende a los artistas que estarán en el line up? ¿Es que con la irrupción del trap, propuesta que tiene mucho público infantil pre-adolescente, el festival es un plan para toda la familia? ¿Será porque se complica ahorrar y es necesario gastar el dinero? ¿Será que la post pandemia, tras dos años de aislamiento,  generó una necesidad de ver conciertos en vivo ? Para responder a estas inquietudes llamamos a dos especialistas: Gastón “gato” Fernández (actual marketing del festival) y Germán Arrascaeta (periodista de La Voz del Interior que cubrió todas las ediciones).

“En la edición anterior salió todo muy bien. La gente que fue realmente la pasó muy bien. Entendieron que el festival es una experiencia en sí, más allá de la grilla. Me parece que ese fue el principal punto”, remarca Fernández en alusión a que la experiencia de vivir el festival excede a cualquier line up.

En ese mismo sentido, Arrascatea explica que “el Cosquín Rock es un festival con mucha tradición que te garantiza la experiencia (agreste, de disfrute, de intensidad)”. Y la tentación de vivir esta experiencia está potenciada por los años de encierro y la sirtuacón del país, según el periodista: “La salida de la pandemia y la inflanción galopante que hay también contribuyen a que la gente se delire su dinero en ocio, en pasarla bien”.

Si bien no se han dado a conocer las cifras oficiales de convocatoria, se estima que habrá cerca de 55 mil personas cada noche, llegando a un total 110 mil en ambas. Para bancar este caudal de audiencia, el predio tiene grandes dimensiones (nueve hectáreas) adecuadas así el público está cómodo para moverse y disfrutar de los seis escenarios distribuidos en el espacio.

Volviendo con la convocatorio del festival, Fernández pone la lupa en otro concepto “el punto de maduración del festival”, esto quiere decir que el evento se transformó en una propuesta para toda la familia. “El Cosquín tiene a un Skay, un Divididos para el padre; tiene un Cruzando el Charco para el más joven que le gusta el rock;  tiene a Trueno o Rels B para el público más del trap; tenés al número uno de la electrónica mundial: Tiesto. O sea, le pegás al padre, al hijo, al que le gusta el rock, al que le gusta el trap”, asegura el responsable de marketing del evento.

Por su parte el periodista también apunta a esta idea: “Ha habido un cambio en el paradigma de la música muy notorio, los artistas nuevos son muy pujantes”, sostiene, y añade que hay  “artistas consagrados que se sostienen en la grilla porque siguen siendo convocantes y que en algún punto sostienen la convocatoria del festival”. Es decir, un equilibro entre diferentes generaciones. Si en sus comienzos el festival estaba nutrido casi exclusivamente por jóvenes y adolescentes, hoy esos jóvenes crecieron y son adultos que tienen hijos, cuyo gusto musical tiene otra forma pero que representa algo similar a lo que representó el rock a generaciones anteriores.

“Hay un nuevo público joven que está ávido por consumir a sus artistas, que fidelizan con idéntica intensidad que la que tuvimos nosotros a la hora de mostrarle amor a nuestros artistas. Hay ahí como un movimiento demográfico muy áspero que el Cosquín Rock está acusando”, advirte Arrascaeta. “El padre quiere ir a Cosquín Rock y el hijo quiere ir a Cosquín Rock. Entonces es un plan para ir en familia”, dice Fernández en esa misma dirección.

“Los organzadores supieron entender este cambio y adaptaron la grilla a eso. Me parece muy inteligente haber reaccionado a tiempo, haber escuchado otras voces, haber diversificado los esfuerzos productivos, que no toda la curaduría del evento corra por una sola cabeza, sino que haya varias cabezas pensando a quién programar, a qué público satisface”, reflexiona Arrascaeta.

Cosquín Rock sold out

Otra variable que hay tener en cuenta a la hora de hacer un análisis de este calibre es que los días en que se hace el evento, el sábado 18 y el domingo 19 a febrero, es la víspera del feriado de carnaval, algo que hace mucho no sucede (seis años) y para el público que viene de otras provincias significa la posiblidad para hacer turismo. A esto hay que sumarle que se da a mediados de febero y no a fines de ese mes o a principios de marzo, momento en que el año lectivo ya empezó.

“El fin de semana largo de carnaval cae justo en el comienzo de febrero, es el último coletazo de vacaciones antes de las clases. Si todos los años fuera así, el Cosquín Rock hubiera agotado mucho antes”, repara Fernández.  “No te hace falta quemar tus vacaciones, sino que tenés un fin de semana largo, no tenés que pelearte con el jefe. Entonces te venís al Cosquín y tenés dos días más para quedarte en las sierras”, argumenta.

Volviendo a las dimensiones del predio, Arrascaeta conceptualiza con que existe “la fijación de un límite”, y en ese sentido “es que está planteado un diseño de festival con muchas opciones novedosas y rupturistas en la cuestión gastronómica que lleva a que no haya un colapso de gente, porque si no, esa experiencia sería inviable”,  puntualiza Arrascaeta.

Por último Fernández comenta cómo fue el trabajo de marketing que se hizo para esta edición y qué aporte pudo haber tenido esa área: “Pusimos una impronta al Cosquín para que desde la imagen sea lo más abarcativo e inclusivo posible”, soslaya. “Yo creo que a la persona un poco más grande le dio un poco de nostalgia y entendió el guiño al hippismo, a esa situación más colorida, más psicodélica; mientras que el más chico compró porque compra los colores, compra la diversidad. Entonces, desde el marketing decimos que una pequeña parte de la medallita es nuestra”, cierra.

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Por Santiago Ramos

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