El viernes 3 de octubre, Córdoba se convirtió en escenario de una fusión cultural potente: la presentación de Terapia de Murga, protagonizada por Rubén Rada y Agarrate Catalina, en el Estadio Atenas. Rada, con su voz inconfundible, abrió la noche junto a la murga con una pieza que marcaba el tono de la velada: mezcla de ritmo, poesía y humor ácido.
A mitad del show, llegó el momento de profundizar: canciones con letras que honraron la memoria, con alusión a los desaparecidos de la dictadura y dedicatorias que cruzaron fronteras políticas. No faltaron pasajes en los que Agarrate Catalina desplegó su habitual crítica social, punzante y emotiva, que desbordó lo instrumental hacia lo emocional. Rubén Rada acompañó esos momentos con intervenciones más íntimas, musicales y familiares: sus hijos, historias compartidas y canciones que apelan al amor y la pertenencia.
El ritmo nunca decayó. Hay que destacar la percusión de la murga, tan característica, lista para sacudir y bailar, que alternó con momentos de calma, donde la mirada se dirige al público, donde las letras duelen y sanan al mismo tiempo. Cuando se interpretó “Se quien soy”, se hizo claro que no era solo un show sino una ceremonia colectiva de reconocimiento, de identidad.
El público respondió con aplausos, con risas, con silencios reverentes y acompañó cada giro de la dramaturgia sonora. Al cerrar, la despedida fue a la altura: “Terapia de Murga” dio paso a “Muriendo de plena”, que puso al público de pie, quienes no pararon de bailar y ovacionar.
Uno de los momentos más entrañables de la noche fue la participación de las hijas del Negro Rada, Julieta y Lucila, quienes se sumaron como coristas para acompañar a su padre. Con voces cálidas y una química evidente sobre el escenario, aportaron frescura y una energía familiar que atravesó al público. Su presencia no solo potenció la potencia vocal del show, sino que también reforzó el espíritu de legado y unión que caracteriza a Rada.
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