“Fatiga de Zoom”: el agotamiento de las videollamadas post pandemia

Este término describe el cansancio cognitivo y emocional relacionado con el uso intensivo de plataformas virtuales y plantea un desafío para el bienestar en la era digital.

Desde 2020, millones de personas adoptaron las reuniones virtuales como parte de su rutina diaria debido a la pandemia y la cuarentena global. Aunque las plataformas como Zoom, Google Meet y Microsoft Teams aportan beneficios claros, estudios de neurociencia y comunicación identifican una sobrecarga mental que provoca la llamada “fatiga de Zoom”. Este fenómeno no es un diagnóstico clínico, sino una sensación de agotamiento vinculada a la necesidad constante de expresar señales no verbales -como gestos faciales y posturas corporales- para demostrar atención durante las videollamadas.

La sobrecarga cognitiva surge por cuatro factores principales, según el profesor Jeremy Bailenson, de la Universidad de Stanford: 

  • Exceso de contacto visual directo con la cámara.
  • Autorreflexión constante al verse en pantalla.
  • Restricción del movimiento corporal.
  • Esfuerzo adicional para interpretar señales no verbales en el entorno digital. 

Esta situación genera síntomas como cansancio extremo, dificultades para concentrarse, irritabilidad, dolores de cabeza, molestias oculares y ansiedad.

Lo que la pandemia dejó

Desde el punto de vista neurológico, el cerebro está adaptado para interpretar interacciones sociales en entornos físicos con estímulos coherentes, pero las videollamadas fragmentan y retrasan estos estímulos y provoca un gasto extra de recursos mentales. Por otro lado, la obligación de mantener la cámara encendida implica una “autopresentación constante”, fenómeno estudiado por la sociología, que aumenta la presión y limita la movilidad, a diferencia de las reuniones presenciales.

Para mitigar estos efectos, los expertos recomiendan apagar la cámara cuando no sea estrictamente necesario, limitar la duración de las reuniones a 30-45 minutos, incluir pausas entre videollamadas y fomentar otros medios de comunicación como mensajes de texto y correos electrónicos. También sugerimos diseñar plataformas con interfaces más humanas, que reduzcan la necesidad de la autoimagen constante y el esfuerzo cognitivo asociado.

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