¿Existe un sexto sentido vinculado al apetito?
Una investigación revela la existencia de un "sentido neurobiótico" entre el intestino y el cerebro. Descubren que células especializadas detectan señales de bacterias intestinales y envían mensajes directos al cerebro para controlar cuánto comemos.

La ciencia tradicional sostiene que nuestros sentidos (vista, olfato, gusto, oído y tacto) son las herramientas fundamentales para interpretar el mundo. Sin embargo, un nuevo descubrimiento publicado en la revista Nature y liderado por científicos de la Universidad de Duke (Estados Unidos) confirma que el cuerpo humano cuenta con un sexto sentido oculto. Éste está alojado en el intestino y regula el apetito mediante una comunicación directa y en tiempo real con el cerebro.
El estudio identifica a los neurópodos, una clase de diminutas células sensoriales presentes en el epitelio del colon, como el puente clave de esta conexión. Cuando comemos, algunas bacterias intestinales liberan una proteína llamada flagelina. Los neurópodos reconocen esta molécula gracias a un receptor específico, el TLR-5, y transmiten de inmediato la señal al cerebro a través del nervio vago, la principal vía de comunicación entre ambos órganos. Como resultado, el cerebro recibe el mensaje de que el organismo ya comió suficiente y debe frenar el apetito.
El posible sexto sentido
Este sistema sensorial no depende de respuestas inmunológicas o metabólicas sino que actúa en tiempo real y es tan básico que existe incluso en animales libres de microbiota. Es, según los investigadores, uno de los sistemas sensoriales más antiguos y fundamentales para la supervivencia.
Durante las pruebas de laboratorios se administró flagelina directamente en el colon de ratones en ayunas. Los animales redujeron la cantidad de comida consumida. Pero en ejemplares a los que se les desactivó el receptor TLR-5, el efecto desapareció, comían más y ganaban peso.
“Este ‘sentido neurobiótico’ permite al cerebro escuchar las señales del microbioma y tomar decisiones sobre cuándo detener la ingesta”, describe el neurocientífico Diego Bohórquez, autor principal del estudio. Clàudia Aràjol, médica del Hospital de Bellvitge, considera a estos hallazgos como el inicio de un nuevo rumbo en la investigación sobre el impacto del microbioma en la saciedad y el peso corporal.
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