De los autos a los biomateriales: Las disrupciones tecnológicas que pueden salvar el planeta

La humanidad se enfrenta al paso de una economía basada en hidrocarburos a una sostenida por flujos renovables. Así como el auto reemplazó al caballo, hoy los biomateriales y las energías limpias prometen redefinir nuestras formas de producir, vivir y regenerar el planeta.

Las disrupciones tecnológicas no son simples avances, sino giros que cambian las reglas del juego. La electricidad, la informática y la movilidad son ejemplos que transformaron la vida humana. Lo que caracteriza a una disrupción es su efecto irreversible.

Un concepto clave en estas transformaciones es el feedback loop o ciclo de retroalimentación. A medida que una tecnología se produce más, baja su costo, se vuelve accesible y gana escala. Esto ocurrió con los autos, los celulares y hoy, con las energías renovables. El mismo principio rige en la naturaleza, como en el derretimiento del hielo ártico.

  • Del petróleo a los biomateriales: La matriz actual, basada en hidrocarburos y petroquímicos, representa el 50% de las emisiones de CO2 y empuja a la humanidad más allá de los límites ecológicos. La linealidad de este sistema que extrae, produce, consume y desecha ya no es sostenible.
  • Producir sin destruir: La solución apunta a un modelo basado en flujos renovables: un nuevo cuerpo tecnológico que toma inspiración de la naturaleza. Hoy, empresas desarrollan materiales a partir de hongos (micelio), cuero vegetal, ladrillos biológicos o alimentos cultivados en laboratorio. Estos avances, además de ecológicos, comienzan a ser más rentables, lo que atrae inversión y acelera su adopción.
  • Un futuro donde la tecnología cultiva, no extrae: Esta nueva visión no busca simplemente reemplazar materiales, sino pasar de la extracción a la regeneración. La tecnología del futuro no se impone sobre la vida, sino que colabora con ella. No reduce: multiplica. No desgasta: restaura.

El rol humano en la era biotecnológica

El verdadero cambio de paradigma es poner en el centro no al ser humano, sino al vínculo con lo vivo. Con ayuda de la inteligencia artificial y la biotecnología, podemos diseñar sistemas más complejos y adaptativos, inspirados en la biodiversidad.

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