El nuevo disco de Fito está inspirado en un referente de la literatura argentina

Fito Páez, inspirado en la literatura del gran escritor argentino Roberto Arlt, creó esta obra instrumental, demostrando la amplitud de estilos musicales de este gran artista, reconocido en muchos lugares del planeta por sus seguidores y por la gran cantidad de premios que recibe año tras año.
Lo produjo el propio Páez, junto a la dupla de Gustavo Borner y Diego Olivero, con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional Checa (Czech National Symphony Orchestra).

Fue grabado en los estudios Traslasierra (Córdoba), Esmeralda (Buenos Aires), El Rancho (Buenos Aires), Spector (Buenos Aires), Cromo Música (Buenos Aires), Fort Music (Buenos Aires), Igloo Music (Los Angeles) y CNSO (Praga).

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Fito habla de su nuevo álbum:

“En el año 1995 me convocó Julio Bocca para integrar un espectáculo de danza y música sobre tango, folklore argentino y rock a realizarse en el Luna Park de la ciudad de Buenos Aires. Algo reticente sobre esta idea me senté en un bar del barrio de Palermo con él, Lino Patalano, su manager y Cecilia Roth, mi pareja en aquel momento. Espontáneamente en aquella charla chispeante, surgió mi deseo de poder realizar un proyecto basado en algún libro argentino. Lino, tiró Manuel Puig, Cecilia sugirió algún otro. Yo, sin dudar sugerí Roberto Arlt. Específicamente Los siete locos. Hacía unos años había hecho mi primera lectura de este edificio literario que me había causado un fuertísimo impacto. Todos quedamos entusiasmados después de aquella velada sustanciosa del diciembre del 95´. En enero del 96´ puse manos a la obra mientras releía el libro. Por esos días y noches, en una cabaña en las playas de Uruguay, fue que logré condensar cuarenta minutos de música grabadas íntegramente con teclados basadas en el texto elefantiásico del gran artista, periodista e inventor nacido en la ciudad de Buenos Aires el 7 de abril del 1900. Tiempo más tarde, después de convocar a Ricardo Bartis, compañero y maestro de las artes porteñas para darle forma al relato arltiano, el proyecto junto al bailarín se frustró por motivos ajenos a mi deseo. Ese deseo permaneció intacto hasta el día de hoy. Fue un largo proceso de idas y venidas. Finalmente, en el verano del 2020 en una casa en las sierras de Córdoba decidí avanzar en la composición sobre la totalidad del libro y condensar un posible relato musical del imaginario sieteloquístico. Junto a Diego Olivero, compadre entrañable, le dimos forma a casi una treintena de piezas. En paralelo fui imaginando y escribiendo una puesta en escena sui generis repleta de actrices, actores, bailarines, ideas escenográficas, orquesta en vivo, cine y painting sobre pantallas digitales.
Al llegar a Buenos Aires llamé al enorme Daniel Santoro, para comentarle el proyecto, sin saber que él era un experto en Los 7 locos y junto al inagotable artista gráfico Max Rompo comenzamos a fantasear con la posibilidad de darle cuerpo real a una obra multidisciplinaria que deseamos llevar a cabo cuando la pandemia nos lo permita. El entusiasmo de mis dos colegas no hizo más que insuflarme ánimos y estimularme para por fin avanzar hacia la etapa de la grabación de la partitura. Que no intenta otra cosa que ser una resonancia, en palabras de Martin Kohan, absolutamente subjetiva de la obra de Roberto Arlt, editada en 1929. La capacidad del autor de percibir el futuro de La Argentina y el mundo por venir fue lo que me llevó a titular esta obra, Futurología Arlt por sobre otra infinidad de títulos. La fuerza de su prosa poética y su destreza para describir los márgenes de una sociedad en permanente descomposición a través de un relato minucioso, plagado de personajes inolvidables, que pintan el fresco delirante del planeta y específicamente del mapa porteño y bonaerense, desde su frenética imaginación en permanente ebullición eludiendo los cánones de la “buena escritura”, fueron los que seguramente me animaron a seguir el pulso de su rabiosa sensación de estar vivo. Seguramente por sentirme en parte legatario de su escritura plebeya, de su desesperación 24 x 7 y de su ausencia de límites a la hora de plasmar su arte en un papel. “Quiero que lxs lectores sientan que estoy vivo”, pareciera querer decirnos Roberto Arlt en cada respiración de esta gema literaria inigualable. También fue muy inspiradora la utilización del stream of conciousness, corriente de conciencia o dialogo interior muy usual en la composición musical de todos los tiempos, desarrollado literariamente por James Joyce en su Ulises, publicado en 1922. Nunca sabremos acerca de la posible influencia del escritor irlandés sobre algunos tramos de este icónico libro argentino.
Sobre mediados de 2021 terminamos la grabación casera en tres sesiones maratónicas, barbijos de por medio, también junto a Diego Olivero, en mi departamento porteño. A pocas cuadras de donde se suceden algunos de los tantos hechos narrados en el libro. Con ese material convocamos a Ezequiel Silberstein, joven y talentoso director de orquesta, para que transcriba toda aquella montonera de notas a papel y complete el full score terminando de orquestar algunas de las piezas, hasta ese momento grabadas íntegramente con teclados samplings símiles de orquesta. Después de algunas sesiones logramos darle la forma definitiva. Con esos papeles nos fuimos a la ciudad de Los Angeles y en cinco sesiones electrizantes grabamos desde los estudios Igloo con la Czech National Symphony Orchestra en directo desde la ciudad de Praga. La operación estuvo al comando del genial Gustavo Borner, uno de los más grandes productores de música del mundo. Los Angeles- Praga: a casi 10.000 kilómetros de distancia y nueve horas de diferencia horaria, la capital checa adelante. Contando con la dirección del gran compositor Krystof Marek en Praga y con Ezequiel Silberstein desde la ciudad de Buenos Aires activando a toda velocidad pequeños cambios de la gran máquina orquestal a más de 11.000 kilómetros y cinco horas por delante de la ciudad norteamericana. Hagan sus cálculos. Fue una empresa de ingeniería similar a la que utiliza la familia Espila en la hechura de la rosa de cobre a través de la técnica de la galvanoplastia sugerida por Erdosain en uno de los más sorprendentes pasajes del libro. Diego y yo asistimos como productores y metimos nuestras colas de diablos donde pudimos, que no fueron pocas veces. Ya de vuelta en Buenos Aires sobre los meses de agosto y setiembre se regrabaron bandoneones, percusiones, flautas, algunos pocos bajos, pianos y guitarras. Feliz de que vea la luz, quiero presentarles esta obra musical en la que he plasmado la resonancia arltiana en mi vida . Ojalá la disfruten como todos los que participamos de la construcción de estas piezas, que fueron robadas del arcón de la imaginación inapelable de don Roberto Arlt.”.

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