¿Cómo identificar un “mini-ACV”?

El AIT es un evento neurológico que suele pasar desapercibido, pero puede anticipar un ACV mayor. Aunque sus síntomas desaparecen rápidamente, la fatiga persistente puede afectar la calidad de vida durante meses.

El ataque isquémico transitorio (AIT), a menudo llamado “mini-ACV”, es una señal de alerta que no debe subestimarse. Si bien los síntomas (como dolor de cabeza arrepentido, debilidad en un lado del cuerpo, pérdida de visión, dificultad para hablar o entender, vértigo e inestabilidad) suelen durar apenas minutos y resolverse espontáneamente, su aparición indica una interrupción momentánea del flujo sanguíneo en el cerebro. En Argentina, se estima que ocurren alrededor de 50 AIT por día, según el estudio PrEViSTA.

La principal diferencia entre un AIT y un ACV es que el primero no deja lesiones visibles en estudios por imágenes y sus síntomas se resuelven en menos de 24 horas. Sin embargo, los especialistas advierten que “hasta el 30% de los ACV son precedidos por un AIT y la mitad de esos ocurren dentro de las primeras 48 horas. Ignorarlo es, muchas veces, perder una oportunidad de prevenir un evento mayor”, explica Virginia Pujol Lereis, del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni.

Más allá de la ausencia de secuelas clínicas evidentes, el AIT puede dejar marcas invisibles. Un reciente estudio publicado en la revista Neurology reveló que la fatiga persistente es una secuela frecuente tras una AIT. “Las personas que sufren un accidente isquémico transitorio pueden presentar síntomas como caída del rostro, debilidad en los brazos o dificultad para hablar, que se resuelven en un día”, afirmó Boris Modrau, del Hospital Universitario de Aalborg, Dinamarca. “Sin embargo, algunas personas reportaron problemas persistentes, como una menor calidad de vida, dificultades para pensar, depresión, ansiedad y fatiga. Nuestro estudio reveló que, en algunas personas, la fatiga era un síntoma común que persistió hasta un año después del AIT” agregó Modrau.

El trabajo, que evaluó a 354 pacientes, demostró que quienes experimentan fatiga en las dos primeras semanas tras el evento tienen altas probabilidades de que esta persista durante un año. Además, la fatiga era más común en personas con antecedentes de ansiedad o depresión.

Para el neurólogo Luciano Sposato, director del Programa de Enfermedades Cerebrovasculares en la Western University (Canadá), “a pesar de que los AITs no causan una lesión cerebral visible en la resonancia, aún causan un daño que es imperceptible a la vista de los estudios por imágenes, pero importante funcionalmente”.

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