Agustín Motañés: “El hecho de hacer terapia ejercita tu voluntad”

La salud mental adquiere cada vez mayor relevancia dentro del proyecto de vida de las personas. Los esfuerzos por concientizar acerca de su atención, prevención y tratamiento son cada vez mayores, en un contexto donde la desigualdad y el aún presente prejuicio limitan las posibilidades de garantizar una calidad de vida aceptable para todos.

Hace dos años surgió Fundación Manos a la Mente, un espacio que busca generar sensibilidad, responsabilidad social y una actitud positiva hacia las personas con dolencias piscológicas y psiquiátricas. En Notify hablamos con Agustín Montañés, líder de la Fundación Manos a la Mente sobre la importancia de la terapia psicológica/psiquiátrica, el acceso a medicación y las redes de contención en el marco de la salud mental.

En primera persona

La decisión de Agustín de crear una fundación tiene que ver con sus propias experiencias. “Tengo 44 años, esto lo llevo desde que tengo 14. Haberlo detectado de chico es una ventaja porque hay personas que lamentablemente se los diagnostica a los 30 años”, dijo y destacó la necesidad de llegar a un diagnóstico temprano.

Además, destacó que siempre tuvo muchas oportunidades, algo que lo motivó a poder hacer algo por el resto. “Cuando hablo de oportunidades me estoy refiriendo a la red de contención, la posibilidad de hacer un tratamiento adecuado, tanto en la parte terapéutica como acceder a fármacos”, señaló y aseguró que no todo el mundo puede acceder a la medicación por su elevado costo. “El hecho de hacer terapia te ayuda a ejercitar tu voluntad y ese es otro de los puntos importantísimos en la enfermedad psiquiátrica. Te va fortaleciendo en conocerte a vos mismo gracias a la terapia”, expresó sobre el proceso terapéutico.

Las interconsultas también tienen un papel clave. “Si tu terapeuta en unos meses no te saca de la crisis hacé una interconsulta”, señaló e indicó que pueden existir dificultades tanto de identificación con el profesional terapeuta o con la medicación recetada. Poder gestionar la opinión de otro profesional a tiempo puede ayudar a mitigar los efectos de las dolencias.

El trastorno maniaco-depresivo

Su diagnóstico de bipolaridad – o trastorno maniaco-depresivo – llegó cuando era un poco más grande. “Podés tener momentos de depresión que yo lo defino como quiebre de voluntad, lo que es a lo mejor no tener voluntad para bañarte, no tenés voluntad para ir a trabajar”, explicó. “La manía, que suena a un término con una connotación negativa es exactamente lo opuesto al quiebre de la voluntad, estás con una sobre-energía muy alta, te diría que en algunos momentos es lindo porque no te frena nadie, podés dormir poco y estás siempre pilas, alegre, entusiasmado. Son los extremos“, completó.

Su cotidianeidad está marcada en el día a día y asegura que no tiene días iguales. “Los fármacos no todos los días me causan el mismo efecto porque también depende de mi estado de ánimo y mis reacciones químicas no me causan el mismo efecto. De repente un día puedo estar más dopado, más dormido, otro día más despierto, un día de mejor humor, más irascible, menos irascible, con más voluntad, más energía, entonces eso no sabés cómo va a ser el día siguiente o la semana siguiente y si no tenés una fortaleza interna, te frustra”, compartió.

El mundo de los prejuicios

Si bien cada vez más se habla de salud mental, término que durante muchos años encerró múltiples tabúes, hoy día persisten prejuicios acerca de las personas con dolencias de este tipo, sus familias, sus diagnósticos y sus tratamientos. Agustín considera que aún es muy alto incluso en el ámbito laboral y familiar. “Con la fundación debo haber hablado con 700 personas y el denominador común que quien más rechazo tiene es la propia familia”, reveló.

La red de contención

Un factor clave en todo tratamiento es la presencia de una red de contención: familiares, amigos y personas cercanas que puedan ayudar a la persona a atravesar su proceso de recuperación. A ellos, Agustín les revela que no van a poder entender lo que esa persona siente, sin embargo, el apoyo es fundamental. “Decirle ‘Mirá hijo no estoy seguro de lo que sentís pero sabés que estoy a tu lado’”, compartió. Además, reveló que el 50% del tratamiento para alcanzar una calidad de vida aceptable es tener gente que preste apoyo.

La búsqueda de un cambio

Desde la fundación se plantearon tres objetivos que se concretarán de manera progresiva. Todas estas actividades se realizan con el apoyo de voluntarios, ya sea en forma de contribuciones económicas, conocimiento o tiempo. “El tiempo es algo muy valioso porque no lo regala todo el mundo”, valoró.

Por un lado la comunicación: “Hablar en los medios de comunicación social sobre las problemáticas de las enfermedades para cambiar actitudes de rechazo por aceptación, prejuicios por información, hablar de la detección temprana, de la función que cumple la red de contención y de la parte que tiene que tener la aceptación social que es fundamental dentro del tratamiento”, dijo.

Por el otro, la realización de talleres creativos, próximos a implementarse: “Donde la gente puede ir a pintar, a trabajar con arcilla, tocar un instrumento, en un ambiente controlado, con una música agradable, un café de por medio, el que quiera hablar de un problema que tuvo lo hablará y el que quiere solamente estar pintando seguramente pintará“, indicó.

Un tercer paso, un poco más complejo, tiene que ver con poder dar los tratamientos adecuados. Agustín reveló que muchas veces los tratamientos pueden alcanzar los 700 mil u 800 mil pesos, razón que motiva a las personas a no darles continuidad. “Ese sistema es injusto y es una de las cosas que me llevó a armar la fundación”, sostuvo. En este momento se encuentran trabajando con una de las ONG’s más grandes del mundo y se encaminan a recibir patrocinio en diez provincias argentinas. “Vamos a poder dar asistencia que mucha gente necesita”, expresó.

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